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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

constitucional.  No es tampoco materia 

de este ensayo, entrar a discutir en torno 

a la cadena de incidencias sucedidas. 

Después del debate oral y 

público, el cual fue cubierto por la 

prensa nacional e internacional y 

en donde todas las audiencias, sin 

excepción, fueron públicas, se dictó una 

sentencia en la que se declaró culpable 

a un ex jefe de Estado, al general Efraín 

Ríos Montt, del delito de genocidio 

y deberes contra la humanidad. Ese 

mismo tribunal absolvió al general José 

Mauricio Rodríguez Sánchez, en virtud 

de haber tenido duda en cuanto a que 

pudiera conocer los detalles de las 

operaciones militares ejecutadas en el 

área Ixil. 

La sentencia desató reacciones 

de todo tipo, llegándose al extremo, por 

parte de las cámaras empresariales, de 

reunirse en día domingo, para manifestar 

en asamblea permanente, su rechazo a 

la sentencia y pedir su anulación por la 

Corte de Constitucionalidad. Tal como si 

se tratara de alguna decisión política y 

no formalmente jurisdiccional. 

Diversos sectores se pronunciaron 

a favor y en contra del fallo, pero fue 

significativo el silencio sepulcral de los 

partidos políticos. Estos en su gran 

mayoría y hasta la fecha (con una o dos 

excepciones) no se han pronunciado 

en torno al juicio de genocidio y sus 

resultados. Los partidos políticos, 

escudándose en su “respeto a las 

resoluciones judiciales”, han sido 

omisos en asumir el papel para el cual 

fueron creados, porque un caso de 

justicia transicional jamás puede lograr, 

por sí solo, la reconciliación y la paz. 

El fallo, cualquiera que sea el sentido, 

debe ir acompañado de esfuerzos y 

propuestas políticas que viabilicen que 

jamás, los macabros hechos, sucedan 

de nuevo. 

Véase y nótese que la verdad 

histórica establecida en un proceso 

judicial, se hace en nombre del pueblo 

de Guatemala. Este no es un enunciado 

formal del contenido material de la 

misma, por el contrario, evoca que 

el tribunal, como delegatario de la 

soberanía popular, resuelva y establezca 

una verdad para que la sociedad pueda 

conocerla, afrontarla, aceptarla  y 

superarla. 

El general Efraín Ríos Montt, una 

vez leída las conclusiones iniciales de la 

sentencia, fue remitido a un centro de 

detención, y el público quedó en espera 

de lo que resolverían los tribunales 

superiores. 

Guatemala es el único país de 

Centroamérica que cuenta con una 

Corte de Constitucionalidad inspirada 

en el modelo europeo.  Es decir, un 

órgano privativo que no pertenece a la 

estructura del aparato judicial, sino que 

conforma un órgano de control extra 

poder que tiene como competencia 

específica y especializada la defensa 

del texto constitucional. La Corte de 

Constitucionalidad ha jugado un papel 

decisivo en distintas crisis nacionales, 

y si bien, en el foro existen muchas 

críticas a su gestión, se ha reconocido 

que su instauración como tribunal 

permanente en la Constitución de 1985, 

trajo beneficios concretos en el campo 

jurisdiccional. 

Diez días después de la lectura de 

las conclusiones del tribunal de primera 

instancia que condenó a Efraín Rios 

Montt como autor del delito de genocidio,