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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

dejémoslo para que los procesalistas y 

analistas de jurisprudencia, se adentren 

en el laberinto de la semántica críptica 

de varios tribunales. 

Para muchos, el proceso en 

contra de los presuntos genocidas 

fue rápido y de allí que en la prensa, 

kilómetros de columnas, pusieron en 

duda desde un principio, la idoneidad 

y objetividad del tribunal. También la 

prensa, y esto es preciso mencionarlo, 

fue miope en la necesidad de ilustrar 

a la ciudadanía en torno a las distintas 

fases del proceso, sobre todo, que las 

fases previas habían demorado 13 años. 

La fase de debate, por su naturaleza, 

lógica y efectos, debe desarrollarse 

de la manera más expedita posible. Y 

esto no fue, ni por asomo, captado por 

algunos orientadores de opinión.  

Conocer un juicio por genocidio en 

un país donde la justicia ha sido movida 

por los lazos formales o informales del 

poder, pareció descabellado. El delito 

de genocidio, sin prejuzgar sobre los 

implicados, en cualquier parte del 

mundo resulta complejo de probarse 

y establecerse. De allí que personas 

como Gustavo Porras Castejón, ex 

militante del Ejército Guerrillero de los 

Pobres y ex secretario privado de Álvaro 

Arzú, hayan tenido, no uno, sino varios 

choques, primero, con los miembros 

de la Comisión para el Esclarecimiento 

Histórico cuando realizaban su labor; 

y después, con el propio aparato de 

justicia que pretendió llevar el proceso 

por estas causas a los dos generales del 

ejército a quienes nos hemos referido.

En el volumen V del Informe 

Guatemala Memoria del Silencio, en 

torno al genocidio, la Comisión para 

el Esclarecimiento Histórico (CEH) 

sostuvo: 

108. El marco jurídico 

adoptado por la CEH 

para analizar la eventual 

comisión de actos de 

genocidio en Guatemala 

durante el enfrentamiento 

armado interno es la 

Convención para la 

Prevención y la Sanción 

del Delito de Genocidio, 

adoptada por la Asamblea 

General de las Naciones 

Unidas el 9 de diciembre 

de 1948 y ratificada por el 

Estado de Guatemala en 

virtud de decreto 704, el 

30 de noviembre de 1949. 

110. Luego de analizar 

un examen en cuatro 

regiones 

geográficas 

seleccionadas, (Maya-

Q´anjob´al y Maya-Chuj, 

en Barillas, Nentón y 

San Mateo Ixtatán del 

norte de Huehuetenango; 

Maya-Ixil, en Nebaj, 

Cotzal y Chajul; Maya-

K´iche´ en Joyabaj, 

Zacualpa y Chiché, 

Quiché; y Maya-Achi en 

Rabinal, Baja Verapaz), 

la CEH puede confirmar 

que entre los años 1981 y 

1983 el ejército identificó 

a grupos de pueblo maya 

como el enemigo interno, 

porque consideraba que 

constituían o podían 

constituir la base de apoyo 

de la guerrilla, en cuanto 

a sustento material, 

cantera de reclutamiento 

y lugar para esconder 

sus filas. De este modo, 

el ejército, inspirado en 

la Doctrina de Seguridad