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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

seguros, la European Strategy for a 

Better Internet for Children apoya un 

proyecto colaborativo y educativo que 

compromete a la Unión Europea con 

los Estados miembros, los operadores, 

los productores de telefonía móvil 

y los proveedores de los diferentes 

servicios y de las redes sociales 

(http://ec.europa.eu/digital-agenda/

en/european-strategy-deliver-better-

internet-our-children). 

Si por una parte internet ha 

permitido el desarrollo exponencial 

de un patrimonio de informaciones 

y aplicaciones a bajo coste, por la 

otra se hace cada vez más necesario 

un proceso de selección y de 

verificación del material publicado. 

El empeoramiento de la calidad, el 

riesgo de una información basura 

(spam, comentarios sin sentido, 

conjeturas y teorías estrafalarias, 

manías colectivas) ha generado 

un intenso debate (Lanier 2010

Morazov.2012). 

En el contexto anterior, las 

instituciones educativas pueden jugar 

un papel fundamental para utilizar, de 

la mejor manera posible, las nuevas 

tecnologías y las potencialidades 

puestas a disposición por internet y 

por los servicios del web 2.0 y todas 

las ulteriores y sucesivas aplicaciones. 

Así pueden mejorar las condiciones 

culturales y tecnológicas que desarro-

llan en ese proceso de formación y 

educación, que ayuda e incrementa 

las innovaciones y su capacidad de 

empleo. En este proceso el desarrollo 

de prácticas de intercambio y 

aprendizaje cooperativo no tiene 

carácter ideológico, sino estratégico. 

Mediante un juego no de suma cero, 

sino cooperativo entre los diferentes 

actores sociales, institucionales y 

económicos, se pueden construir, 

en amplia escala, experiencias e 

intercambios de conocimiento eficaces. 

Por ejemplo, el mismo uso y la creación 

de bienes a través de internet ponen 

en evidencia la forma como los actores 

individuales contribuyen a crear bienes 

colectivos y públicos, a través de la 

estructuración de organizaciones en 

red o redes de organización.

Por lo anterior, educar para 

prácticas cooperativas es parte esencial 

de la gran revolución que, desde la 

escuela, se extiende al trabajo y a la 

participación institucional y política. 

Hay que aclarar que el significado 

y el contenido del término cooperar 

no es unívoco. Se puede cooperar 

para ciertos objetivos y competir 

para otros; colaborar con muchos y 

no solo con alguien para desarrollar 

nuevo conocimiento, y competir 

con todos en la creación de nuevos 

productos y nuevos servicios. Por ello, 

ha sido creado el término coopetition 

(cooperación-competición). Es la idea 

que se está desarrollando en el gran 

espacio de la comunicación construido 

por las redes telemáticas. De hecho, 

una estrategia meramente competitiva 

no es eficaz en un contexto como el 

de la Web 2.0, donde las mismas 

empresas deben competir no solo en 

el mercado nacional e internacional, 

sino también con una nueva masa de 

usuarios; ellos mismos son parte de 

la esfera productiva en la creación de 

innovación.

En los párrafos siguientes se 

pone en evidencia cómo el ejercicio 

de prácticas cooperativas constituye 

una metodología y una herramienta 

que favorece el desarrollo de procesos 

innovadores, que desde la escuela 

llegan a interesar al mercado del