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 Revista Espacios Políticos

limitadas, no se puede avanzar en el 

logro del bienestar.

Con otras palabras, el recurso 

monetario por sí solo no es una 

condición suficiente para generar 

desarrollo humano, pues se requiere, 

además, que se disponga de 

oportunidades de promoción, mejora 

o desarrollo social que si no existen o 

su acceso es desigual, se establecen 

serios límites a la posibilidad a una 

vida de mejor calidad.

Ahora bien, conviene orientar la 

discusión hacia cómo se reestructura 

lo social en presencia de las remesas 

económicas, cómo se reorganizan 

los lazos y la cohesión social en un 

contexto trasnacional, y cómo esto 

puede incidir en el bienestar de las 

poblaciones de los países de origen 

de los migrantes, tomando en cuenta 

la problemática que actualmente 

comporta el proceso de la migración 

internacional en Guatemala, en cuanto 

al peso económico que ha cobrado y 

los nuevos sectores y regiones que se 

han integrado en este periodo de post 

conflicto. 

Ciertamente en el caso de 

Guatemala el incremento de la 

migración internacional ha sido 

considerable sobre todo a fines de 

la década de 1990. Sin embargo, 

vale precisar que la mayor movilidad 

migratoria centroamericana 

no comenzó entonces y que se 

corresponde con dos tipos de 

migración bien diferenciados: 

a)  el que se vio impulsado por 

motivos políticos a raíz de 

los conflictos armados en El 

Salvador y Guatemala durante la 

década de 1980, el cual implicó 

el desplazamiento forzado de 

grandes masas de pobladores 

civiles, que se asentaron en 

destinos bastante diferentes.

b)  mientras que en la década 

siguiente se redefinió como 

migración netamente económica, 

por la situación crítica en cuanto 

la generación de oportunidades 

laborales en una etapa de 

posguerra y con acuerdos de 

paz. 

Además, en esta región se 

observa una creciente integración a 

la economía mundial y a los sistemas 

globales, lo cual estimula la migración, 

que aquí, como en otros contextos, 

según Castles y Miller (2004) debe 

su aumento a rápidos procesos de 

cambio económico, demográfico, 

social, político, cultural y ambiental 

que surgen de la descolonización, 

la modernización y el desarrollo 

desigual.

De hecho puede hablarse que 

en Centroamérica en términos de 

emigración, existen dos tipos de 

países: 1) los expulsores netos de 

población —El Salvador, Guatemala, 

Honduras 

ahora 

denominados 

“triángulo norte” y Nicaragua— y 2) 

los países de atracción —Costa Rica y 

Panamá—. Dentro de los expulsores 

netos, cerca del 80 por ciento del flujo 

migratorio se dirige hacia Estados 

Unidos.

La contraparte de esta expulsión, 

que recibe gran atención mediática 

y de análisis social, son las remesas