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Revista Espacios Políticos
el sistema actual es estructuralmente
corruptor.
El Organismo Judicial, se ha
probado muchas veces, está hundido
en la corrupción y el compromiso
político. A la cabeza de este
descalabro, el Organismo Ejecutivo
dirige el desorden, manejando
interesadamente el presupuesto
nacional y sometiendo a la burocracia
con la disciplina del “embutido” y el
embuste.
Por eso, genera confianza la
idea de que la salida radica en un
acuerdo sociopolítico que desenrede
esta maraña y reconstituya la
institucionalidad y las leyes que
regulen certeramente lo público y lo
privado. Pero ¿tendrán esa sensatez
y capacidad las fuerzas del capital y
del trabajo?
Spinoza (1632-1677)
5
, frente
a la fatalidad del determinismo
o de la pasión, argumentó la vía
de la razón, de la conciencia de
la necesidad (criterio de libertad
que posteriormente hicieron suyo,
Kant, Hegel y Marx). Fundamentó
consistentemente el vínculo entre
democracia y libertad. Pero eso
es posible en la medida en que en
el proceso se construyan sujetos
(individuos y comunidades), libres
de subordinación, con capacidad de
actuar como tales, en un régimen de
vida tejido por el diálogo, el debate
5 Spinoza, Baruch. (2010). Tratado teológico-
político. Tratado político. (5.ª ed). Madrid:
Editorial Tecnos, Clásicos del pensamiento, Tercer
milenio (47). Estudio preliminar, traducción y
notas de Enrique Tierno Galván.
y el consenso sin proscribir las
discrepancias. Sujetos de razón y no
de pasiones débiles, diría Spinoza.
La democracia, decía este
pensador, nace de la tensión entre el
esfuerzo vital (conatus) y lo que se
opone a la realización de este.
La libertad está más allá del
planteamiento de los “libertarios”
neoconservadores, que la reducen al
individuo y sus derechos, entre ellos,
subrayan, el derecho a la propiedad.
Otros libertarios, los históricamente
conocidos como tales (finales del siglo
XIX e inicios del XX), se acercaban
al anarquismo y reivindicaban la
autogestión, la democracia directa y el
apoyo mutuo. Esa fue aquella utopía
de Bakunin, Malatesta y Kropotkin.
La libertad supone la búsqueda
de la felicidad, en el camino de la
democracia. Este aserto de Spinoza
da certidumbre al buen vivir que
reivindican los pueblos indígenas
en la actualidad. Por eso, el fin del
Estado, sostiene este pensador, es la
felicidad de los ciudadanos, fuera de
toda servidumbre.
Esto de la democracia directa es
necesario traerlo a realidad. Porque
la democracia directa no se ejerce
mediante representación ni delegación.
La
“democracia
representativa”
deviene,
inevitablemente,
en
usurpación. Y otras modalidades,
como la democracia participativa o
la deliberativa, no logran impedir
las mediaciones que desvían la
voluntad social, salvo si se ejercen