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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Estamos ante una recomposición
de la cúpula del poder. Nuevos
agentes de capital han cobrado mucho
peso en la economía: la industria
extractivista, las generadoras de
electricidad y las telefónicas. Es decir,
ya no es objetivo hablar de ocho
grandes capitales dominantes si se
excluye a los grandes emergentes.
La
corrupción
finalmente
destruyó al gobierno —aunque
coyunturalmente fue una forma
de gestión y organización
gubernamental— y cundió la
ingobernabilidad.
La corrupción organizó al
gobierno y devino en forma de la
gestión pública. Sacó a la calle
la crisis política. Estuvo activo el
rechazo generalizado al gobierno
y creció la impopularidad de Pérez
Molina, otrora emblematizado con la
mano dura. Derrochó autoritarismo
(prácticamente militarizó el aparato
de gobierno con el nombramiento
de militares en retiro y familiares de
militares, leales y dúctiles en la gestión
de la corrupción) y ahora en su defensa
dice que pudo haber expulsado a la
CICIG, con manifiesta arrogancia que
ignoró los procedimientos legales.
Los principales actores de
poder actúan para restablecer
la gobernabilidad sin el equipo
pérezmolinista. De poco sirvió el
postrer apoyo del capitalista más
fuerte, el accionista principal local de
la telefónica Tigo.
La decisión de retirarlo del
gobierno fue tomada hace algún
tiempo. El desmoronamiento del
gobierno corrupto empezó con
sacrificar a la exvicepresidenta,
principal ejecutora del gobierno,
ahora en prisión preventiva, sujeta
a juicio. A partir de su renuncia
obligada, otros focos de corrupción
fueron descubiertos. Y cuando la
corrupción fue la principal herramienta
de gobierno, esto se volvió “la de
nunca acabar”. Atacar a la corrupción
“descompuso” al gobierno.
El representante del gobierno de
EE.UU., el embajador Todd Robinson,
y la cúpula empresarial, por boca del
presidente de su coordinadora, el
señor Jorge Briz Abularach, abierta
y beligerantemente demandaron el
cese de la corrupción y apoyaron a
las movilizaciones sociales contra
el gobierno. Estos dos tradicionales
aliados quitaron su apoyo al gobierno
de Pérez Molina y dejaron en la soledad
al Ejército, finalmente mediatizado
por el reciente nombramiento de un
nuevo ministro, afín al gobernante, sin
seguir las reglas del juego: nombró a
alguien fiel pero se “saltó” la “línea de
sucesión”. Otro descontento en contra
de Pérez. Otro actor que se distanció,
al final. La reunión de Pérez Molina
con el Estado Mayor del Ejército,
luego de masivas manifestaciones
en todo el país (27 de agosto), dio
un resultado: preparar su defensa y
presentar su renuncia.
La desaprobación social al
gobierno fue diversa. La población
urbana salió a las calles. Los pueblos