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 Revista Espacios Políticos

LA DEMOCRACIA 

POSIBLE

Carlos Orantes Troccoli

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1. Una crisis de gobernabilidad

E

l gobierno de Otto Pérez Molina 

llevó al límite la gobernabilidad. 

O dicho negativamente, perdió 

gobernabilidad. Hizo ingobernable el 

sistema. 

Esta crisis fue, inicialmente, 

económica. Las modalidades de 

reproducción del capital fueron 

trastocadas. La rentabilidad para 

el gran capital y para el control 

gubernamental de la economía 

fue perturbada, por el extendido 

descontento social que reclamó 

justicia y protestó contra la 

expropiación de tierras (individuales 

y comunitarias), que se expresó 

en baja tributación, bloqueos a la 

logística productiva y marginalización. 

Con la protección gubernamental 

llevan a cabo proyectos privados de 

hidroeléctricas, minería y de apertura 

de vías. La actividad económica que 

vivió la prosperidad para las grandes 

empresas, de repente encuentra 

flujos fuera de control, entre ellos, el 

 Académico docente V de la Facultad de 

Ciencias Políticas y Sociales de la URL.

narcocapital, el lavado de dinero y las 

remesas. El Tratado de Libre Comercio 

impuesto, golpeó a los monopolios 

tradicionales y debilitó aún más a la 

débil industria nacional. En su cobarde 

defensa —porque elude la verdad—, 

el general Pérez Molina denunció, a 

finales de agosto, la doble facturación 

de las grandes empresas. 

A ello se suma la pérdida de la 

capacidad financiera del gobierno. 

Aprueban presupuestos nacionales 

sin 

financiamiento 

garantizado, 

incrementan hasta lo insostenible, 

la deuda pública y privada y se 

agrandaron grandes agujeros: la 

corrupción, el fraude, el contrabando, 

la evasión, la escasa —y muy injusta—

tributación y la incapacidad de pago 

del gobierno. La corrupción “vació” 

las arcas públicas.

Curiosamente, 

al 

perder 

funcionalidad la violencia 

gubernamental y paragubernamental 

(disminuyó su poder de regulación 

del orden político), la corrupción —su 

sucedánea— construyó un sistema 

de gestión pública, impuesta a lo 

privado, que ya no soportaron los 

empresarios porque su libertad de 

competencia fue alterada por la 

magnitud y encubrimiento de los 

sobornos y los flujos marginales 

de capital. Es decir, se deterioró el 

poder privado de control político, 

que ya no contó, siquiera, con la 

lealtad del Ejército que fue cooptado 

por redes de intereses ocultos o lo 

que genéricamente llaman crimen 

organizado.