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Revista Espacios Políticos
busca es restar poder a un proyecto
hegemónico. A los de Podemos se
les podrá llamar “progres” en forma
peyorativa, pero han mostrado un
pragmatismo político increíble: han
convocado, han ocupado la plaza,
han debatido agenda, han construido
liderazgos, los han legitimado sin
dividirse, han competido y han
ganado bien. Tan bien que en el
caso de Barcelona habrá un ejercicio
de
cogobierno
Podemos-PSOE.
En Madrid, la derecha es tan de
derecha que ha dicho que prefiere
gobernar con la izquierda tradicional
y no con aquellos “progres”. Y es que
´allá´ la ideología sí cuenta. Pero lo
interesante es el nuevo carácter del
sistema político español a raíz de esta
última elección: un gobierno conjunto
en el que las opciones minoritarias
tienen incidencia. Lograron ya una
parte importante de su agenda. El
resultado de las últimas elecciones
autonómicas en España demuestra
que el desencanto con los partidos
tradicionales se ha transformado en
un empoderamiento de las propuestas
alternativas, Podemos y Ciudadanos
(cada uno en su espectro ideológico
puntual) con la posibilidad de
quebrar a futuro (si estas tendencias
se mantienen) el bi-partidismo
moderado español.
Hay
en
América
Latina
expresiones que demuestran cómo
el sentir indignado-anti-sistémico se
aboca a los mecanismos de entrada del
sistema. En cuanto a lo anterior, hay
varias experiencias latinoamericanas
que es meritorio traer a mención. Otros
sistemas en los que la democracia
está institucionalizada muestran el
mismo patrón. En México, el otrora
antisistémico Andrés Manuel López-
Obrador ha madurado políticamente.
Después de haberse plantado en
el Zócalo y de haber construido un
gobierno paralelo (con todo y ministros
paralelos) rediseñó su propuesta,
articuló liderazgos, convocó perfiles,
diseñó un eje programático y entró
en el ruedo. Ahora su propuesta de
nombre Morena compitió el 6 de
junio en las elecciones legislativas
mexicanas. Lo anterior es interesante:
pasar de ser un antisistémico a ser un
actor político que comprende que la
forma de debilitar al régimen —que
detesta— es meterle diputados en
el sistema para hacerle difícil operar
en soledad. Si Morena, al igual que
Podemos, logra llegar a la frontera del
partido bisagra, mucho habrá ganado
México y mucho habrá ganado la tan
desprestigiada izquierda mexicana.
Otro ejemplo latinoamericano es
el de los comunistas chilenos , quienes
han logrado enterrar el sistema
binominal heredado por la dictadura
pinochetista. No es poca cosa, dicho
sea de paso. Es el diseño de sistema
que le otorgaba a los sectores urbanos
más cercanos al centro ( Santiago)
una sobrerrepresentación al Senado
chileno, con lo cual le otorgaba una
fuerza particular para bloquear la
agenda, pues el pragmatismo de
Camila Vallejo, quien entendió las
a veces porosas fronteras entre la
calle y el sistema, ha permitido una
victoria política para la izquierda
chilena que, aglutinada y en uso
por los comunistas como bisagra,
pudo concretar un punto definido
de la agenda. Y con eso el sistema
político chileno gana dos cosas
fundamentales: 1) representación
equitativa —al eliminar el doblaje de
las listas— y 2) representación de
todas las fuerzas políticas, pues los
nietos de Allende regresan al Senado.