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Revista Espacios Políticos
del alcance del ciudadano común y
corriente. Y si se trata de autores
contemporáneos tampoco es posible
dejar de mencionar a Jacques
Rancière, quien plantea que el
actual contexto se abre hacia una
sociedad posdemocrática e incluso
pospolítica
9
.
Para los contextos democráticos
jóvenes —al igual que para los con—
textos viejos–, el desencanto que se
produce ante las estructuras formales
—concretamente los partidos— es
una realidad compartida. Pero no
significan lo mismo. El afamado
retorno a los populismos que por
cierto inmortalizara a Laclau me
parece, en parte, tiene que ver con
las situaciones apuntadas arriba.
La historia parece mostrar que en
determinados momentos concretos
el demos se manifiesta. Hemos
asistido en occidente a momentos
en que el demos vuelve a oxigenar
la democracia. El 25 de abril se
cumplieron 41 años de la Revolución
de los Claveles, momento olvidado
ya en la historia incluso por las
izquierdas. En ese entonces, en el
Portugal de 1974-75, esta revolución
se presentaba como una opción
de democracia popular entre el
Occidente capitalista y el modelo
soviético autoritario.
¿Qué distingue los movimientos
populares exitosos? ¿La claridad de
objetivos? ¿La heterogeneidad de
sus miembros? ¿La profundidad del
9 J. Rancière, Aux bords du politique, Paris,
La Fabrique, 1990, p.13 En contraste quizá al
cuestionamiento de Alcántara (Qué es la política),
Ranciére hace la siguiente pregunta ¿Cuándo ha
habido política? Pero no debe, dejarse de lado
el hecho de recordar que hay en Ranciére un
desencanto completo por el ejercicio de la política
tradicional y un deseo de regresar a formas
políticas sin mediación alguna.
alcance? ¿El deseo de reformar? ¿Lo
escandaloso del berrinche? Veamos
casos.
El YoSoy132 se disolvió tan
rápido como llegó, pero las marchas
panistas en México fueron inteligentes
para permitir que su partido hiciera
alianzas partidistas y ganara así
gubernaturas (y luego la Presidencia).
Los Indignados en España generan hoy
un reto al sistema, mientras que las
marchas de más de 400 000 personas
en Tel Aviv no lograron revertir la
política neoliberal de su gobierno y
los Occupy en Manhattan —con todo
y Žižek— le hicieron apenas cosquillas
a Wall Street. No así, por ejemplo, el
Mayo francés que gracias a su líder
visible, el anarquista alemán Daniel
Cohn-Bendit, fue suficientemente
pragmático para entregar un pliego
petitorio que permitió darle a la
ocupación de la Sorbona una meta
política concreta.
En ciertos contextos se le abre
espacio a la experiencia fundamental
de construir frentes amplios, y en
otros contextos la territorialidad de los
movimientos sociales los debilita. En
efecto, no es lo mismo la expresión
ciudadana cuando sucede en un marco
que incluye las categorías básicas
apuntadas por Bobbio: tolerancia, la
no violencia y la fundamental creencia
en la renovación gradual de la sociedad
por medio del debate libre de ideas.
Parte del reconocimiento pragmático
en este contexto requiere aceptar el
alcance de la expresión ciudadana.
En un contexto de democracia
institucionalizada, la experiencia de
crisis temporal genera la obligada y
necesaria institucionalización de la
expresión colectiva (véase allí el caso
de Podemos en España). Sin embargo,