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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
crisis recurrentes? Es una pregunta
legítima. Como lo he apuntado en
medios, al menos en determinados
contextos parece serlo. Los síntomas
son los mismos: la crisis de
legitimidad, la crisis de los partidos
políticos, la apatía política por parte
de los ciudadanos, la debilidad de las
culturas políticas, la prevalencia del
clientelismo, la persistencia del poder
invisible, la corrupción, el retorno de
los populismos, la mediatización de la
política, etcétera.
Por lo anterior, explica O´Donell
en su visión ´caleidoscópica´ del
Estado
6
, es necesario recordar que
aunque las visiones neo-marxistas
han logrado superar la rigidez del
enfoque de clase, se teoriza desde
el conflicto porque se desea rescatar
el secuestro de la política. En el
marxismo tradicional la comprensión
de la realidad se determina con base
en una relación de clase. Lo anterior
no otorga ningún espacio para el
acto político, pues no hay nada que
conciliar. Por ello es que las vertientes
neo-marxistas y poscomunistas (con
Žižek a la cabeza) han superado el
vocablo posición de clase con el de
posición de sujeto. Solamente así
es posible abrir un espacio para la
conciliación de los intereses – por vía
pacífica-, para que los mismos dejen
de ser antagónicos y se transformen en
agendas opuestas. Aun así, desde las
posiciones neo-marxistas se percibe
que lo que era propio del “demos”
ha sido privatizado. El técnico de la
política, el que vive para la política, ha
sustituido al verdadero actor político:
6 Alcántara Sáez, Manuel (2015). Los retos
políticos de la gobernabilidad democrática.
Republicado en Estudios Interdisciplinarios de
América Latina y el Caribe, vol 8 N.1. Universidad
de Tel Aviv. http://www7.tau.ac.il/ojs/index.php/
eial/article/view/1129/1159
el Demos. Sea como sea, la madurez
metodológica obliga a reconocer el
carácter limitado del demos. Solo así,
como lo apunta Seymour Lipset
7
, es
posible que el proceso político sea un
juego que pretende resolver intereses
contrapuestos entre grupos concretos
que optan por espacios políticos.
Cuando
dicha
conceptualización
de espacios políticos se traduce en
escaños, arribamos al fantástico
fenómeno de la representación
política. La representación política
plena significa transformar en
escaños, las visiones ideológicas y las
demandas.
Y repito, puede suceder –y
sucede-, que lo anterior desconecte
al ciudadano promedio de la
verdadera participación política.
Esa parece ser la condición de
las democracias contemporáneas
en grupos densamente poblados.
Sheldon Wolin, importante politólogo
estadounidense, acuñó una expresión
a la que quiero referirme en este
contexto: el tipo de democracias en el
que hoy vivimos, identificadas como
Democracias sin Demos. Es decir,
democracias donde el pueblo no entra
en escena ni aparece sino solamente
como un actor pasivo. Pasamos de
ciudadanos a espectadores. Hay
otros autores importantes en la
ciencia política que han teorizado
por esta misma línea. Al igual que
Wolin, E. E. Schattschneider utiliza
la expresión semisovereign people
8
para señalar cómo el control sobre
la toma de decisiones estaba fuera
7 Lipset, Seymour. (1959). Algunos requisitos de
la democracia: desarrollo económico y legitimidad
política. En Alamond, Gabriel; Dahl, Robert y
otros. (2001). Diez textos básicos de ciencia
política. (2.ª ed.). Madrid: Ariel, pp.113-150.
8 Schattschneider, Elmer. (1960). The semisovereign
people. Nueva York: Holt, Rinehart and Winston.