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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

básicas: 1) democracia indirecta, 2) 

democracia poliárquica (democracia 

de muchos) y 3) institucionalización 

de las demandas. El enfoque teórico 

de esta exposición es institucionalista. 

Una pregunta básica: ¿qué 

significa teorizar desde el sistema

Significa conceptualizar que existe un 

ámbito en el cual los comportamientos 

denominados políticos se regulan en 

razón de interactuar con base en el 

contacto de las estructuras básicas 

de carácter político. Recordamos, 

entonces, el dogma institucionalista 

fundamental: 

Las instituciones 

determinan las identidades, es decir, 

las reglas y mecanismos de carácter 

formal-legal-racional (piénsese en 

la burocracia weberiana de carácter 

paleotécnico) 

son 

instrumentos 

que determinan el resultado final 

de las interacciones políticas. 

Puesto en un lenguaje mucho más 

simple, las históricas instituciones 

políticas denominadas burguesas, 

a decir, los partidos políticos, los 

parlamentos, las constituciones, las 

cámaras de representación juegan 

un rol fundamental porque si son 

instituciones legitimadas alejan el 

accionar de corte político de todo 

entorno de violencia. Porque, no debe 

olvidarse lo siguiente, el dogma de 

carácter anti-institucionalista: todas 

las instituciones son representación 

de formas ilegítimas de dominación. 

La posición formalista en ciencia 

política establece que la voluntad 

de participar debe expresarse en 

la voluntad de diálogo y, sobre 

todo, en el acto pacífico –y nunca 

violentado- de elegir libremente a 

quienes ostentarán temporalmente 

el poder. Esta es la definición que 

Larry Diamond provee sobre el 

término democracia. Sobre lo dicho 

anteriormente, apuntemos lo que 

clásicos como Sartori han recalcado, 

que la definición del Estado obliga a 

definir que estamos hablando de la 

democracia de partidos. La noción 

del Estado sin “partidos” no tiene 

sentido hoy. Eso, por mucho que 

los mil atenienses que participaban 

en la asamblea griega de forma 

directa lo pudieran protestar. Así, 

entonces, hablar de ciencia política, 

como lo apunta Alcántara

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 significa 

conceptualizar la ciencia política 

desde una aparente magnanimidad en 

los actos del Estado. Las instituciones 

se revisten de un prestigio especial 

en donde las relaciones burocráticas 

y sus procesos se constituyen como 

garantes del orden y la estabilidad. 

Les toca entonces, a los actores 

políticamente relevantes, seguir las 

reglas establecidas del proceso. 

Estamos parados sobre el terreno 

de las instituciones de dominación 

legitimada, es decir, el plano que 

institucionaliza los procesos. ¿Por qué 

la necesidad de institucionalizar la 

participación (o la protesta)? Porque 

lo anterior permite discriminar y 

priorizar un tipo puntual de reglas que 

otorgan estabilidad a las dinámicas 

de carácter político. Ahora bien, dicha 

necesidad de institucionalización 

(típica de las democracias indirectas) 

ha producido –quizá sin quererlo- un 

efecto sui generis: la existencia de 

democracias sin demos. Y lo anterior 

genera descontento colectivo sobre 

todo cuando en el sistema no hay 

deliberación efectiva. 

¿Es la historia de la democracia 

una historia que siempre apunta a 

5 “Cuando hablamos de ciencia política, ¿de 

qué estamos hablando?” Publicado en la Revista 

Uruguaya de Ciencia Política. Sin año referido de 

publicación.