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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
capacidad
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de brindar servicios de
agua y drenajes y de absorber tráfico
de vehículos, así como las áreas
abiertas (verdes y plazas) necesarias.
También hay que considerar que no en
todos los lotes se construye hasta la
altura establecida por estos criterios,
por lo que podría inferirse que una
altura mayor se puede permitir. Por
último, determinar una altura tan
baja para los nuevos edificios, afecta
al inversionista porque no obtendrá el
retorno a su inversión y probablemente
dejará de construirlos, afectando así
la densidad de población y la dinámica
del centro.
Conclusiones
Estas líneas no van contra la
vocación natural del arquitecto, que
apoya las expresiones culturales y
especialmente la arquitectura y el
urbanismo. Todo lo contrario: lo mejor
de la cultura se obtiene en libertad
para realizar los propios proyectos.
El principio que reza: “si algo
funciona, ¿por qué cambiarlo?” se
aplica a este caso. Hasta que se
emitió la ley y el reglamento, en el
Centro de la capital se construían
muchas edificaciones en propiedades
privadas. Derivado de ello, se pueden
apreciar edificios de todo tipo y estilos
en la ciudad. Connotados arquitectos
e ingenieros, representantes de
varias épocas y estilos, pudieron
expresarse y los propietarios y
desarrolladores planificar y ejecutar
-con leves restricciones- proyectos
de diversas categorías. Por supuesto
que las condiciones económicas del
momento afectaban esta dinámica,
pero en general, en el centro se estaba
26 Véase que se menciona la capacidad, no lo
instalado, porque puede que sea necesario
hacer inversiones para alcanzar la capacidad de
proporcionar los servicios.
invirtiendo. La ley y el reglamento
detuvieron ese impulso.
Una cosa resulta clara: no se
puede impedir que los propietarios
intervengan en su bien inmueble por
mucho valor histórico patrimonial
que este tenga, a menos que estén
de acuerdo voluntariamente, o se les
reconozca a sus propietarios un va-
lor razonable por un uso diferente al
que ellos podrían darle de otra mane-
ra. De lo contrario, se está haciendo
una confiscación de hecho pero no de
derecho. También es aplicable la otra
máxima: “No esperes resultados dis-
tintos si sigues haciendo lo mismo
27
”.
El Centro Histórico seguirá inevita-
blemente disminuyendo su actividad
económica, social y cultural si se si-
gue limitando la construcción privada.
De todo lo anterior surge la
pregunta: ¿es posible hacer algo?
En cuanto a la conservación y
restauración, no mucho mientras no
se atienda a los derechos ciudadanos
que se reconocen en la Constitución
Política. Algunos apuestan por planes
de ordenamiento territorial (que ya
existen en la ciudad -POT-) que son
instrumentos que conjeturan que
es posible organizar el territorio de
acuerdo a criterios que orienten el
desarrollo y, de esta manera, traigan la
prosperidad a los habitantes. Sin duda
algunos criterios objetivos existen
para normar usos territoriales, como
pueden ser los impactos ambientales,
la planificación de vías y servicios
públicos, las características físicas
del terreno, el clima y otros aspectos
técnicos, pero querer planificar desde
el estado las actividades sociales,
económicas y de otro tipo con normas
subjetivas excesivamente restrictivas
no es posible porque coarta la libertad
de acción del ser humano y se logra lo
contrario a lo deseado.
27 Se le atribuye a Albert Einstein haberlo dicho.