88

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Afrontar la violencia como 
problema interno y global

La izquierda política debe 

asumir la violencia como una 
situación social en la que ella misma 
tiene responsabilidad en la medida 
en que su utilización de las armas 
no ha sido sometida a una interna 
comisión de la verdad. Quiero decir, 
a una comisión que sea capaz de 
volver la mirada con ecuanimidad 
sobre las decisiones que condujeron 
de su parte a la guerra y no solo 
sobre las decisiones de la derecha 
que llevaron a ella. Pero sabiendo 
también que la violencia en nuestra 
región centroamericana entierra 
sus raíces en la conquista y en la 
reforma liberal, una de cuyas últimas 
manifestaciones fue la masacre de 
1932. La violencia es centenaria, 
no es de hoy. Por consiguiente, no 
ayuda para nada tomar ante ella 
posturas histéricas o unilateralmente 
acusadoras. Además la violencia 
tiene 

hoy 

fuentes 

globales, 

especialmente en las industrias y 
comercios prohibidos, que son el 
rostro de un capitalismo sin ley: las 
industrias y los tráficos de narcóticos, 
de armas, de la prostitución 
internacional, de órganos, de la 
adopción internacional, de desechos 
nucleares, etc. Una de las fuentes 
mayores de violencia está en la 
región amazónica, donde hacendados 
y madereros destrozan cada vez 
mayor extensión de la cobertura 
forestal de la selva, amenazando la 
reserva mayor de agua del mundo. 
Esta reserva, sobre la que los 
Estados Unidos tienen siempre una 
mirada vigilante, supone un corredor 

para su transporte hacia el Norte, 
que afecta a Centroamérica y México 
directamente, pero en realidad a 
todos los países amazónicos. Luchar 
por la preservación de esta reserva 
debe ser uno de los más importantes 
programas políticos de la izquierda.

El reto último y, a mi juicio, tal 
vez el más fundamental, de la 
izquierda es ayudar a hacer salir 
de la pobreza a la gente que sufre 
bajo esa plaga 

La inversión pública habría de 

ir destinada principalmente a este 
objetivo. Se puede decir que una 
de las razones fundamentales por 
las que el Presidente Lula ganó las 
elecciones para un segundo periodo 
con un 60% de los votos fue porque 
uno de los resultados de su primer 
periodo había sido ayudar a salir de la 
pobreza a 20 millones de brasileños 
y brasileñas. Y la continuación de 
estos programas siguió siendo una 
de las razones por las que mantuvo 
su ranking de aprobación en un 80% 
y facilitó la elección de su sucesora, 
Dilma Roussef. 

En la lucha para que los 

pobres salgan de la pobreza se 
combate para ayudar a romper el 
actual apartheid económico global, 
que, como aquél de Sudáfrica, 
se fundamenta en el racismo. El 
racismo es la raíz más perversa 
y probablemente más arraigada, 
de la civilización occidental. Es 
la conciencia de superioridad de 
los ricos y de quienes en ellos se 
miran como en un espejo de sus