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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Afrontar la violencia como
problema interno y global
La izquierda política debe
asumir la violencia como una
situación social en la que ella misma
tiene responsabilidad en la medida
en que su utilización de las armas
no ha sido sometida a una interna
comisión de la verdad. Quiero decir,
a una comisión que sea capaz de
volver la mirada con ecuanimidad
sobre las decisiones que condujeron
de su parte a la guerra y no solo
sobre las decisiones de la derecha
que llevaron a ella. Pero sabiendo
también que la violencia en nuestra
región centroamericana entierra
sus raíces en la conquista y en la
reforma liberal, una de cuyas últimas
manifestaciones fue la masacre de
1932. La violencia es centenaria,
no es de hoy. Por consiguiente, no
ayuda para nada tomar ante ella
posturas histéricas o unilateralmente
acusadoras. Además la violencia
tiene
hoy
fuentes
globales,
especialmente en las industrias y
comercios prohibidos, que son el
rostro de un capitalismo sin ley: las
industrias y los tráficos de narcóticos,
de armas, de la prostitución
internacional, de órganos, de la
adopción internacional, de desechos
nucleares, etc. Una de las fuentes
mayores de violencia está en la
región amazónica, donde hacendados
y madereros destrozan cada vez
mayor extensión de la cobertura
forestal de la selva, amenazando la
reserva mayor de agua del mundo.
Esta reserva, sobre la que los
Estados Unidos tienen siempre una
mirada vigilante, supone un corredor
para su transporte hacia el Norte,
que afecta a Centroamérica y México
directamente, pero en realidad a
todos los países amazónicos. Luchar
por la preservación de esta reserva
debe ser uno de los más importantes
programas políticos de la izquierda.
El reto último y, a mi juicio, tal
vez el más fundamental, de la
izquierda es ayudar a hacer salir
de la pobreza a la gente que sufre
bajo esa plaga
La inversión pública habría de
ir destinada principalmente a este
objetivo. Se puede decir que una
de las razones fundamentales por
las que el Presidente Lula ganó las
elecciones para un segundo periodo
con un 60% de los votos fue porque
uno de los resultados de su primer
periodo había sido ayudar a salir de la
pobreza a 20 millones de brasileños
y brasileñas. Y la continuación de
estos programas siguió siendo una
de las razones por las que mantuvo
su ranking de aprobación en un 80%
y facilitó la elección de su sucesora,
Dilma Roussef.
En la lucha para que los
pobres salgan de la pobreza se
combate para ayudar a romper el
actual apartheid económico global,
que, como aquél de Sudáfrica,
se fundamenta en el racismo. El
racismo es la raíz más perversa
y probablemente más arraigada,
de la civilización occidental. Es
la conciencia de superioridad de
los ricos y de quienes en ellos se
miran como en un espejo de sus