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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
la competencia, alimentada por la
formación continua y permanente, no
hay acción política que haga otra cosa
que no sea repetir la historia. Estas
son las actitudes humanas que han
de alimentar el sentido común, ese
sentido común del que hablaba Gransci
como componente fundamental de
una cultura hegemónica, y del que
habla Santos como “sentido común
nuevo y emancipador”.
Saber y querer favorecer los
relevos intergeneracionales para
los puestos de dirección de las
organizaciones sociales y políticas
así como para las candidaturas en
los diversos poderes sometidos a
elección
Pocos ancianos han sido mo-
delos de pasión política humanizan-
te. Los que lo han sido es porque han
llegado a la cumbre de la autoridad
ya en su ancianidad. En África Nelson
“Madiba” Mandela. En Europa, Konrad
Adenauer. En Asia, Den Xiaoping. En
América Latina, José Mugica. Los mo-
vimientos de izquierda y las personas
que los lideran tienen la costumbre
nefasta de perpetuarse en el poder,
que no en la autoridad. Piensan que
solo ellos pueden transmitir la ideo-
logía y el arte de gobernar con fide-
lidad a los principios revolucionarios.
Al final, los principios revolucionarios
se vuelven estrecha y rigurosamente
reguladores y dejan de ser emanci-
padores. Reproducen los peores fra-
casos del pasado y son incapaces de
reinventar el pasado conjurando el
inconformismo de los antiguos lucha-
dores y de las víctimas de la historia.
Se vuelven plantas secas y arruga-
das incapaces de diseñar un presente
distinto del que ellos gozan y del que
abusan. En el fondo se aferran al há-
bito burocrático del poder, al tesoro
económico empresarial –los fondos y
los negocios del partido- y a los cua-
dros de los héroes colgados de la pa-
red en la sede del partido. Les falta
fe en el presente. Viven del pasado
momificado y ya no son capaces de
imaginar un futuro no repetitivo, es
decir realmente nuevo, que pase por
un presente nuevo. Las izquierdas
políticas no tienen futuro si no se dan
cuenta de que en política no basta
el ADN confiable, sino que es indis-
pensable la imaginación creativa. No
basta el recurso a los héroes sin que
a la vez sea memoria del inconformis-
mo de los luchadores que quedaron
sembrados en el campo de la historia
como víctimas que claman al cielo. Y
esa memoria es propiedad, habitual-
mente, de los relevos generacionales,
sobre todo de los rebeldes.
Combatir el divisionismo de la
izquierda (uno de los factores
que facilitaron, por ejemplo,
el derrocamiento de Salvador
Allende en 1973 en Chile);
construir la democracia interna
en sus organizaciones sociales
y políticas; organizar el disenso
como debate permanente;
reconciliar a las diversas
corrientes construyendo puentes
Uno de los problemas más
difíciles de resolver en la izquierda
política es admitir que su dirigencia
no puede querer estar siempre en lo