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Revista Espacios Políticos
consignas partidarias
23
, en lugar de
llegar a ser, en palabras de Ellacuría,
una “tercera fuerza social”
24
. Una
persona del género masculino que no
se bata desde su mismo hogar por la
liberación de las mujeres (su esposa
y sus hijas, sus otras parientes y
amigas), no se dará cuenta de que
es importante que su partido articule
claramente un programa de liberación
e igualdad de la mujer en la vida
pública. Y alguien que –muy macho
él- se permita varios amores libres
fuera de su hogar o varios cambios
semipermanentes de fidelidad marital,
¿cómo va a transmitir credibilidad en
su propuesta de fidelidad al pueblo de
los pobres?
Vincular estrechamente la
justicia, la libertad, la honradez, la
recuperación del medio ambiente
y de la seguridad ciudadana,
y sobre todo la competencia
al ejercer sus deberes, en sus
programas políticos
La pasión por la justicia ha sido
siempre el sello de la izquierda social
y política. El desarrollo de la historia
en el siglo XX ha mostrado claramente
que la justicia no funciona sin la
libertad. Es esta falta de pasión por
la libertad la que hizo fracasar la así
llamada “dictadura del proletariado”.
Los sujetos de la dictadura, por muy
provenientes del proletariado que
23 Ellacuría, Ignacio, “La cuestión de las masas”,
en Veinte Años de Historia de El Salvador (1969-
1989). Escritos Políticos, San Salvador, UCA Edi-
tores, 1993, pp. 777-798.
24 Ellacuría, Ignacio, “5.1 La Constitución de una
tercera fuerza social”, en Veinte…, op.cit., pp.
1127-1138.
fueran algunos de ellos, nunca la
transformaron en éticamente buena.
La pasión por la libertad tiene en el
ser humano raíces tan profundas
como la pasión por la justicia. Con el
programa de la dictadura la historia
nos ha mostrado que el proletariado
se adelgaza hasta constituirse en
la vanguardia del proletariado,
la vanguardia se adelgaza hasta
constituirse en el Comité Central del
partido, el Comité Central se adelgaza
hasta establecerse como Buró Político
y el Buró Político se adelgaza hasta
denominarse Stalin, Mao o Fidel.
Pero ni la pasión por la justicia
unida a la pasión por la libertad
valen del todo sin la pasión por la
honradez con la realidad; distorsionar
la realidad para adecuarla a la
imaginación o al deseo políticos
lleva a desengaños mortales, porque
matan la capacidad de entrega al
cambio necesario que hay que ir
construyendo artesanalmente en la
realidad. Y todas las pasiones políticas
que hemos enumerado valen muy
poco si no reconocen a la tierra y a sus
entrañas, al aire y al agua, lo mismo
que a la biodiversidad el respeto que
se le debe al seno maternal donde se
va formando la humanidad; justicia,
libertad y honradez con la realidad sin
olvidar el entorno de la humanidad
son pasiones necesarias para una
nueva sociedad. Pero, a su vez, todas
ellas se hunden si les falta la pasión
por la competencia para desempeñar
un cargo responsablemente; la
incompetencia es el principio de
la corrupción, la madre de todas
las corrupciones; sin pasión por