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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
de los emigrantes tras los muros
del Río Grande, y de la quema de
excedentes de granos básicos o de
frutas y verduras, mientras bolsones
enormes de África y de otros lugares
padecen el hambre de hoy y de
mañana. Y también del bandolerismo
de la política de “grupos de choque”
contra los que reclaman pensamiento
plural y libertad para elegir en las
urnas.
El fatalismo es, en la concepción
modernista, el otro lado de la
confianza en el futuro. Ambos
oscurecen el sufrimiento humano
“Para la teoría de la historia es-
cribe Santos-, el pasado es una acu-
mulación fatalista de catástrofes que
el angelus novus observa de manera
impotente y ausente.” Y continúa con
gran lucidez: “El fatalismo es, en la
concepción modernista, el otro lado
de la confianza en el futuro. El pasado
queda así neutralizado en dos nive-
les: porque sucedió lo que tenía que
suceder y porque lo que haya acon-
tecido en un momento dado ya su-
cedió y puede llegar a superarse con
posterioridad.” Se trata de “una cons-
telación de ilusiones retrospectivas
y prospectivas”. La política necesita,
por tanto, “reinventar el pasado como
negatividad, producto de la iniciativa
humana y, basándose en él, construir
interrogantes poderosos y adoptar
posiciones apasionadas que tengan
la capacidad de de despertar senti-
dos fecundos.” Escribe sobre “interro-
gantes poderosos” que “se traduzcan
en imágenes desestabilizadoras.” Así
será “el inconformismo…la utopía de
la voluntad”. Pero, teniendo en cuen-
ta que es “la iniciativa del ser humano
y no cualquier idea abstracta” la que
puede fundamentar “el principio es-
peranza”. Por otro lado “las imágenes
desestabilizadoras serán eficaces solo
si son ampliamente compartidas.”
Santos piensa que, “en el momento
actual de peligro, el interrogante po-
deroso, para ser ampliamente distri-
buido, suele incidir más sobre lo que
nos une que sobre lo que nos separa.”
Hay que superar la carencia de “teo-
rías de unión”, que contrapesen a la
gran cantidad de “teorías de separa-
ción” que hemos forjado.
Santos nos ayuda cuando
escribe que “los poderes hegemónicos
que rigen la sociedad de consumo
y la sociedad de la información han
promovido…teorías e imágenes
manipuladoras que ignoran las
diversas circunstancias y aspiraciones
de los pueblos, clases, géneros,
regiones, etc., así como las relaciones
de
desigualdad,
explotación
y
victimización...”. Y cuestiona su
credibilidad, que “consiste en apelar,
aunque de manera manipuladora,
a una comunidad imaginada de la
humanidad en su conjunto.” Señala el
caso de la CNN como típico en este
asunto: “el sufrimiento existe en todas
partes; los individuos son los que
sufren, no las sociedades.” El problema
es que “las coaliciones y alianzas” de
“las fuerzas contrahegemónicas…han
sido poco eficaces.” Es importante
que se esfuercen “para que se
vuelva visible lo que hay de común
entre las diferentes formas de
discriminación y de opresión: el