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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Mearsheimer ha criticado dichas
políticas por su carencia de realismo
y porque la búsqueda de objetivos
“ideales” de política exterior cuando
estos no son genuinos, solo distorsionan
la realidad. Promover el cambio de
régimen para consolidar la democracia
y el respeto de los derechos humanos
por ejemplo, son objetivos que resultan
inaplicables en coyunturas como las de
Irak o Siria y en el caso de Ucrania es
evidente que se han convertido en puras
banderas ideológicas para disfrazar
los verdaderos propósitos de EE.UU.:
expandir la OTAN colocando a Rusia
bajo asedio militar o bien ampliar la UE
para servir a los intereses económicos
del gran capital alemán.
En cuanto a los escenarios
previsibles para el mediano o
largo plazo, desde una perspectiva
“constructivista”, no es desdeñable
tener presente la posibilidad de que
en un futuro relativamente próximo,
Alemania estaría condenada a chocar
con Estados Unidos por divergencias
económicas. Sin embargo, como
dicha confrontación ocurriría siempre
que Rusia sea puesta fuera de juego
por los Estados Unidos, nuestra
propia conclusión es que es muy poco
probable que dicho escenario se haga
realidad, especialmente si tomamos
en cuenta tanto la clarividencia
política como la habilidad estratégica
de que ha dado muestras el presidente
Putin, quien hasta ahora ha sido el
único contrapeso efectivo para la
hegemonía norteamericana, lo que
convierte a Moscú en factor decisivo
del equilibrio de poder regional.
En consecuencia, dado que se
trata de ser “realistas” de nuevo en
la coyuntura presente, caracterizada
por la reanudación de la guerra fría
entre Moscú y Washington, insistimos
en que se debería buscar primero el
restablecimiento del equilibrio de po-
deres, que ha sido puesto en cuestión
por la ofensiva de la OTAN contra Ru-
sia. Pero para restablecer dicho equi-
librio se requiere hacer de Ucrania un
estado neutral, motivo por el cual las
negociaciones del Acuerdo de Minsk
2 deberían continuarse, de ser posi-
ble dándole continuidad a la media-
ción franco- alemana, lo cual supone
conceder renovada utilidad al viejo
patrón idealista de las negociaciones
de paz, al mismo tiempo que se da
un contenido pragmático a los plan-
teamientos de las dos distinguidas
personalidades del mundo académico
cuyos planteamientos hemos citado
ampliamente en este artículo: John
Mearsheimer y Alexander Lukin.
Insistimos en que ya Finlandia
y Austria demostraron en plena
guerra fría tanto la viabilidad como la
funcionalidad pragmática de tal tipo
de arreglos. No obstante, para el largo
plazo (la longue durée histórica como
la llamó Fernand Braudel) tendríamos
que recurrir al enfoque de la paz
positiva (Johan Galtung) que incluye
la democracia, el desarrollo sostenible
y los derechos humanos, es decir, de
vuelta al paradigma idealista.
En efecto, si bien la neutrali-
dad de Ucrania es un factor decisivo
para el restablecimiento del equilibrio
del poder regional, evitar la desinte-
gración del país y garantizar un cese