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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
de reconstruir ni el modelo imperial
de los zares ni el imperio soviético
y que el propósito del presidente
Putin al promover el establecimiento
de una “Unión Euroasiática” con
los antiguos países miembros de la
URSS, no es sino poner en marcha
un proceso de integración al estilo
europeo, no restaurar el imperio de
los zares. Integración en la que cada
país, manteniendo su independencia
soberana, aspiraría a dotarse de
una identidad cultural distinta de
la Occidental, en la medida que la
religión cristiana ortodoxa impregna
y da forma a una cultura Euroasiática
que se nutre con los valores de las
grandes religiones que se practican en
esos países: el cristianismo, el islam,
el budismo y la religión judía, cuya
renovada presencia e importancia
es -según Lukin-, otra característica
distintiva respecto a Occidente, en
donde la religión ha disminuido su
influencia debido a la separación laica
de la Iglesia y el Estado.
Por otra parte, si bien desde
el punto de vista de la teoría de las
relaciones
internacionales,
tanto
Mearsheimer como Lukin pueden
ser considerados como realistas, la
propuesta de la neutralidad de Ucrania
como salida para el conflicto actual
requiere de un proceso de paz cuyo
principal objetivo (la neutralidad)
aunque sea un planteamiento “ideal”,
no implica que sea impracticable,
porque las negociaciones -como lo
ha demostrado ya la mediación del
presidente Francois Hollande y de la
canciller Angela Merkel, que condujo
al Acuerdo de Alto al Fuego de Minsk
de febrero del 2015- y todo esfuerzo
diplomático es siempre posible, aún
en las peores circunstancias
40
. De
manera que todo parece indicar que
una negociación bajo el paraguas
de Naciones Unidas o de entidades
regionales como la OSCE, es
indispensable para obtener una salida
negociada que ofrezca satisfacción
a Moscú, tanto respecto al estatus
de la región del Donbass y de su
población de lengua rusa, como en lo
concerniente a la neutralidad de Kiev.
En lo relativo a la pequeña
historia de los marcos de referencia
teórica aplicables, es evidente que la
política actual de Estados Unidos y de
la OTAN hacia Ucrania, tiene sus raíces
en los planteamientos geopolíticos del
académico de origen polaco Zbigniew
Brezinski. Personaje muy influyente en
los círculos de pensamiento demócrata
y para quien la “construcción de una
cabeza de puente democrática” en
Europa del Este, fue el escenario de
prospectiva política elaborado desde
mediados de la década de 1990, en
tanto que imperativo geoestratégico
destinado a consolidar la supremacía
estadounidense en esa parte del mundo,
imperativo que ha venido sirviendo de
guía para la política exterior bipartidista
desde entonces y, que en buena medida,
explica acontecimientos como la
Revolución naranja o las movilizaciones
de la plaza Maidan en Kiev.
40 Y las circunstancias del Acuerdo 2 de Minsk no
podían ser peores: con posterioridad a la reunión
de la canciller Merkel y del presidente Hollande
con el presidente Putin en Moscú, que no produjo
resultado alguno, así como del viaje relámpago
de Merkel a Washington después del cual, sin
oponerse al nuevo esfuerzo de Minsk, Obama se
limitó a declarar que “todas las opciones” conti-
nuaban abiertas.