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Revista Espacios Políticos
En esta obra el exconsejero
de Seguridad Nacional durante la
administración Carter, después de
hacer el gran relato de la historia
de los imperios antiguos en el
Mediterráneo y especialmente en el
Medio Oriente (Atenas, Roma, Persia)
señala que los imperios europeos de la
edad moderna fueron resultado de la
expansión del comercio marítimo y de
la exploración transoceánica, gracias
a la cual surgen imperios como la
España de los Habsburgo (Carlos V) al
igual que Portugal, Holanda, Francia y
la Gran Bretaña durante el siglo XIX.
Hay que tener presente, sin
embargo, que este dominio nunca
significó que alguna de estas potencias
europeas se impusiera a las demás,
pues desde la paz de Westfalia se
impuso la idea del equilibrio de poder
como forma de mantener la paz así
como la consiguiente multipolaridad de
facto. Sin embargo, con posterioridad
a las guerras napoleónicas durante
la segunda mitad del siglo XIX
las guerras intereuropeas se
incrementaron provocando una
turbulencia constante derivada de
la pugna por territorios coloniales
(y colonizables) en los continentes
asiático y africano o por la hegemonía
en Europa, como ocurrió en la guerra
hacia Alemania con respecto a la definición de
la extensión de Europa y, por lo tanto, también
con respecto al tratamiento de cuestiones tan
sensibles -especialmente para Rusia- como la del
estatus que tendrán dentro del sistema europeo
las repúblicas bálticas y Ucrania”. Brzezinski, Z.
(1988). En El gran tablero mundial. La supremacía
estadounidense y sus imperativos geoestratégicos.
Barcelona: Paidós. p.79. Curiosamente Brzezinski
no considera al Reino Unido como un gran actor
geoestratégico, probablemente debido a su
tradicional alineamiento con la política exterior
de Washington.
de Crimea (Francia, Inglaterra y
el Imperio otomano contra Rusia),
en la de Prusia contra Austria (que
consolidó la unificación alemana bajo
Bismarck, el “canciller de hierro”),
en la guerra franco-prusiana, en las
guerras de los Balcanes o durante
la Primera Guerra Mundial, que son
resultado de la ruptura del equilibrio
y del choque de las distintas alianzas
militares.
Por otra parte, si vemos
las cosas desde un punto de vista
geopolítico, nos vemos obligados a
constatar que la gran masa de tierra
que se extiende desde el océano
Pacífico en el extremo oriente, hasta
el océano Atlántico en Europa y a la
parte propiamente euroasiática, en
dónde los grandes imperios de la
antigüedad (China, los mongoles) y
la gran potencia terrestre que ha sido
Rusia desde la época de los zares
o durante el período soviético, han
ejercido su dominio sobre el llamado
“heartland” o corazón de Eurasia.
Este “heartland” fue llamado
así por Sir Halford Mackinder, el
teórico británico de la geopolítica que
causó sensación cuando pronunció su
famosa conferencia sobre el “pivote
geográfico de la historia”, en la Real
Sociedad de Geografía e Historia, diez
años antes del estallido de la “gran
guerra”, el 25 de enero de 1904. Por
cierto, Mackinder (2010) se refirió
a la zona oriental de Europa y del
centro de Asia como la región pivote
de la política mundial, señalando lo
siguiente:
Esa extensa zona de Eurasia que
es inaccesible a los buques pero