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Revista Espacios Políticos
LA TÉCNICA DEL GOLPE
DE ESTADO
1
Umberto Mazzei
“La locura individual
es cosa rara,
pero en grupos, partidos,
naciones y épocas,
es la norma”.
Friedrich Nietzsche
L
a técnica del golpe de Estado
es el título de un libro de
Curzio Malaparte, escrito
en 1931, que, según dicen, Ernesto
“Che” Guevara leía con avidez. Su
idea fundamental es que el golpe
de Estado es un problema técnico y
no político. Malaparte pasa revista a
los golpes de Estado más famosos,
algunos exitosos y otros fracasados.
El golpe de Bonaparte, el “18
brumario”, sería el primer golpe de
Estado moderno. Entre los golpes
de la primera mitad del siglo XX,
menciona el de Primo de Rivera en
España, el de Pilsudsky en Polonia y
otros más, pero resalta los golpes en
que el objetivo golpista fue anunciado
antes. El de Trosky en Rusia y el de
Mussolini en Italia.
1 Agencia Latinoamericana de Información.
América Latina en movimiento. Disponible
en: www.alainet.org/active/71561
El libro, publicado en Paris,
fue prohibido en países con muy
distinto tipo de gobierno: en
Alemania, Austria, Bulgaria, España,
Grecia, Hungría, Portugal, Polonia,
Yugoslavia y otros. Los totalitarios
lo prohibían por ser un manual para
revoltosos; los democráticos, por lo
mismo. Según el autor, el propósito
era mostrar cómo se conquista
un estado moderno y como se le
defiende, porque “la historia de
los últimos años es […] de la lucha
entre los defensores del principio
de la libertad y la democracia, esto
es, del estado parlamentario, contra
sus adversarios”.
Malaparte afirma que es posible,
en cualquier país democrático, dar un
golpe de Estado, aún sin una situación
crítica y sin el apoyo de masas. Basta
un grupo que frene la maquinaria
estatal y tome el poder sin confrontar
la fuerza adversaria. En Rusia, el
gobierno Kerensky protegió los
órganos políticos, pero Trotsky ocupó
los órganos técnicos. Luego intentó
lo mismo, en 1920, contra Stalin,
pero Stalin uso cuerpos especiales de
defensa que obraban sobre el mismo
plano técnico. En Italia, al gobierno
lo defendían los sindicatos de Giolitti
y la policía; los grupos fascistas
neutralizaron ambos, tomaron el
sistema ferroviario y fueron en trenes
a Roma a sacar al gobierno de Luigi
Facta. El rey, Víctor Emmanuel III,
con Roma en camisa negra, encargó
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