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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
podemos asumir como nuestro lo
que decía Norberto Bobbio no hace
muchos años: “la primera tarea de los
intelectuales debería ser la de impedir
que el monopolio de la fuerza se
convierta en el monopolio también de
la verdad”
30
. La inspiración cristiana
además nos da una confianza radical
en la verdad, en esa verdad humana
y fraterna que llevó a varios de
nuestros compañeros hasta dar la
vida y a convertirlos en prueba de
que “una institución superior de
enseñanza e investigación puede
convertirse en instrumento de justicia
en nombre del Evangelio”
31
. Hannah
Arendt, otra radical buscadora de la
verdad, insistía en la preminencia de
la verdad, incluso frente a las fuerzas
más oscuras y destructivas: “La
verdad, aunque impotente y siempre
derrotada en un choque frontal con
los poderes establecidos, tiene una
fuerza propia: hagan lo que hagan,
los que ejercen el poder son incapaces
de descubrir o inventar un sustituto
para ella. La persuasión y la violencia
pueden destruir la verdad, pero
no pueden reemplazarla”
32
. Y para
nosotros, añadiría, esta seguridad
en la fuerza de la verdad crece y se
afianza desde la confianza en que
la verdad básica de la humanidad
consiste no solo en ser hijos y fruto
del don, sino que estamos llamados y
destinados al encuentro definitivo con
la fuente de todo don y toda verdad.
30 Bobbio, Norberto. (1998).
Bobbio, Norberto. (1998). La duda y la
elección. Barcelona. p. 72.
31 Kolvenbach, Peter Hans. (1990).
Kolvenbach, Peter Hans. (1990). I
Congregación de Provinciales.
32 Hanna Arendt. “Verdad y Política”.
Hanna Arendt. “Verdad y Política”.
Ensayo.
Tenemos ya así un primer
elemento de este perfil humanista
de nuestras universidades. Amantes
del saber que se interesan por la
verdad, que se dejan poseer por
la misma y que se comprometen
colectivamente en la construcción de
lo humano. Pero este comprometerse
con lo humano solamente puede
tener eficacia desde la capacidad
de crear cultura y no solo opinión.
Nuestras universidades no pueden
ser jardines donde florecen las
individualidades aisladas. Desde
la multidisciplinariedad y desde la
diferencia de opiniones debemos
formar una verdadera comunidad
de
solidaridad
hacia
dentro
de nuestra propia institución
y hacia fuera de la misma. No
podemos conformarnos con que
se nos considere sociedad civil al
mismo nivel que la empresa o los
actuales medios de comunicación.
Los amantes del saber estamos
convencidos que lo bueno y lo
verdadero solo accede a su plenitud
cuando se convierte en cultura. Y la
cultura tiene siempre una dimensión
comunitaria, no se construye desde
individualidades
aisladas,
sino
desde el diálogo y la aceptación
mutua, desde el compartir y el
caminar solidariamente en la vida.
La cultura, como obra colectiva,
avanza siempre hacia nuevas y
mejores formas de civilización.
Creadores de cultura y comunidad
Hoy, en un mundo globalizado,
el aspecto civilizatorio de la cultura,
entendida como interacción de
valores y prácticas, adquiere un
aspecto de inevitable necesidad. Los