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Revista Espacios Políticos
dignidad de todos los seres humanos,
su radical autonomía y libertad, su
indispensable y necesaria solidaridad.
Nuestro conocimiento y saberes
corresponden a seres que nos
desarrollamos en referencia mutua,
en comunicación permanente y que
al mismo tiempo nos necesitamos
unos a otros dada nuestra radical
vulnerabilidad como especie. Nuestro
desarrollo del conocimiento, nuestra
búsqueda de la verdad, tiene siempre
que develar la interacción entre
todo descubrimiento intelectual o
científico con la dimensión honda
de nuestra humanidad. En América
Latina, donde tenemos el riesgo de
ser “más sensibles que precisos” es
obligado recordar que “no basta la
curiosidad para ir hacia las cosas:
hace falta rigor mental para hacernos
dueños de ellas”
28
. Y ese rigor mental
nos conduce necesariamente a la
visión de una sociedad empapada en
problemas que hay que resolver y
situaciones de injusticia que hay que
superar.
A este respecto es bueno recordar
las palabras de Ignacio Ellacuría,
reflexionando sobre el papel de la
investigación universitaria en estos
países nuestros tan golpeados por
historias de muerte y violencia: “El
tema fundamental de la investigación…
es la realidad nacional, en cuanto
necesita y puede ser transformada.
Nadie debería conocer mejor la
realidad nacional que nosotros,
porque para ello la… (universidad)
está en óptimas condiciones ideales
28 Ortega y Gasset, “Carta a un joven
Ortega y Gasset, “Carta a un joven
argentino que estudia filosofía”. El
Espectador.
para conseguirlo. Mediante el cultivo
racional y científico de esta realidad,
se pretende conocerla mejor y crear
alternativas teóricas viables que
otros habrán de realizar”
29
. Nuestro
pensamiento, fruto de la investigación
y la reflexión, debe ser un “arma
cargada de futuro”, como decía el
poeta Gabriel Celaya refiriéndose a
la poesía en lugares de conflicto. Si
hoy se pone como fundamento de
la ética el hecho de que todos los
seres humanos somos interlocutores
válidos, en nuestros países tenemos
el deber ético de rescatar para el
diálogo a todos aquellos y aquellas
que durante siglos han sido excluidos
de la palabra ciudadana.
Las universidades tienen que
ser, en este contexto un poder
antipoder. Un poderío desarmado,
con solo la luz que da el descubrir
desde el conocimiento la fraternidad
universal, orientada radicalmente
desde la inspiración cristiana.
Frente a cualquier manipulación de
la verdad o del conocimiento por
parte del poder, sea este económico,
político o derivado de la fuerza bruta
(única manera de llamar hoy a las
armas), la obligación universitaria
es, desde su esencia e identidad,
trabajar por la construcción de la
verdad afincada en las dimensiones
humanas de la persona. En un mundo
que idolatriza el dinero, que cree
que puede conseguirlo todo desde
la manipulación del pensamiento,
desde la propaganda consumista o
desde la amenaza de las armas, los
que pertenecemos a una universidad
jesuita, de clara inspiración cristiana,
29 Escritos Universitarios. p. 129.
Escritos Universitarios. p. 129.