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Revista Espacios Políticos
está marcada por la incomprensión o
incluso la persecución, la garantía del
triunfo es todavía mayor.
En este contexto la pedagogía
ignaciana, aunque es un método
de enseñanza, tiene que verse
ligado a una espiritualidad para
ser comprendido plenamente. El
método hace referencia en el fondo
a los Ejercicios Espirituales, fuente
de interiorización de los valores
evangélicos y escuela de voluntad
decidida al testimonio y la predicación
del Reino. La racionalidad frente
a la realidad, tomada del “modo
parisiense”
23
, va unida al espíritu
de discernimiento que tiene como
referente final el Evangelio y la vida de
Jesús. La repetición se une al gustar
internamente las cosas. El debate
lleva al diálogo que termina con el
“reconciliar a los desavenidos”
24
. El
cultivo del sentimiento que brota del
humanismo, del conocimiento de la
cultura clásica en aquel entonces y
de la cultura expresada en las artes
actuales, debe llevar a fortalecer la
voluntad para la acción.
Desde estas intuiciones
ignacianas podemos replantearnos el
paradigma humanístico de nuestras
universidades. La lista de preguntas
es muy grande: ¿Qué clase de
humanidad debemos impulsar desde
el saber? ¿Qué tipo de institución es
la que debemos tener para ello? ¿Qué
23 Ignacio insiste en el “modo parisiense”
Ignacio insiste en el “modo parisiense”
a partir de su experiencia en la Universidad
de París.
24 Segunda fórmula del instituto, aprobada
Segunda fórmula del instituto, aprobada
por Julio III en 1550.
clase de formación debemos dar? ¿Qué
clase de persona queremos formar?
¿Con quiénes y cómo debemos
trabajar? Y podrían hacer muchas
más. Pero para iniciar las respuestas,
valga recordar la traducción que
la Congregación General 34 hizo
de algunos criterios apostólicos de
Ignacio, entre los cuales está el del
bien más universal, que el propio santo
utiliza en relación a las universidades.
La Congregación recomienda evaluar
las propias planificaciones de los
jesuitas a la luz de los criterios
apostólicos de Ignacio leídos desde
el servicio a la fe y la promoción de
la justicia. Actividades estas que se
contemplan íntimamente unidas, y
que constituyen hoy el meollo de la
misión general de la Compañía de
Jesús. Desde este contexto, cuando
los criterios ignacianos “se interpretan
a la luz de la fe que busca la justicia,
el criterio de mayor necesidad apunta
a lugares o situaciones críticas de
injusticia; el criterio de mayor fruto,
a los ministerios que puedan ser más
eficaces para crear comunidades de
solidaridad; el criterio del bien más
universal, a la acción que contribuye
a un cambio estructural capaz de
crear una sociedad basada en la
corresponsabilidad”
25
.
Los criterios ignacianos nos
cuestionan y animan, especialmente a
los que vivimos en países con graves
problemas de injusticia y violencia,
y donde la desigualdad es hiriente y
conflictiva. Sobre todo si somos una
comunidad de amantes del saber,
25 Congregación General 34, Decreto sobre
Congregación General 34, Decreto sobre
“Nuestra misión y la justicia”. No. 22.