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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
lo que estaba pasando”, porque un
acuerdo previo entre ellos había sido
“roto”. La agencia para los refugiados
de Guatemala (CEAR) ayudó al líder
de los repatriados a huir de nuevo
a México, mientras que los intrusos
agitaban machetes en el aire,
cortaban la bandera de CEAR y el
letrero de “bienvenidos a Guatemala”,
orinaban en el estanque que se
suponía iba a suministrar el agua para
el asentamiento y gritaban amenazas
a los repatriados asustados.
El conflicto por la tierra se vio
acentuado por el uso de la categoría de
“repatriados” que, en este contexto,
legitima el derecho a la tierra y a
las intervenciones en nombre de
la reintegración y la reconciliación.
En la prensa nacional, el conflicto
fue representado como un conflicto
entre los “repatriados” y “locales”,
categorías que nutren un imaginario
de los partidos antagónicamente
opuestos del conflicto nacional, es
decir, patrulleros civiles y partidarios
de la subversión. Pero las trayectorias
de vidas y medios de subsistencia
son más complejos que eso. Todos
los “locales” se refugiaron en México
en 1982.
Algunos regresaron “por cuenta
propia”(es decir, sin el apoyo del
Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR)
y tuvieron que pasar a través del
ritual de amnistía del Ejército. Otros
se repatriaron durante la década
de 1980 en virtud de un acuerdo
tripartito entre México, Guatemala
y el Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR). Las familias en ambos
lados de la frontera han estado más
o menos en constante comunicación
durante el conflicto. Por lo tanto, la
categoría jurídico-administrativa del
“repatriado”, no coincidía con las
historias e identidades sociales de las
personas, que pueden ser vistos como
actores de un tipo de violencia, que
en este caso creó mucho conflicto. Al
final posibilitaron la compra de tierras
a los mozos-colonos (incluyendo un
gran grupo de expatrulleros) como
parte de sus “derechos sociales e
históricos”. Ellos nunca entraron en el
sistema de crédito, pero para ellos lo
más importante era garantizar que las
tierras en las que estaban viviendo y
de donde eran, no se vendieran y que
a su vez ellos no se vieran obligados
a abandonarla. Como la joven
secretaria del pueblo dijo, como si se
tratara de una nueva ley: “Ahora todo
el mundo sabe que en Guatemala no
habrá problemas si alguien trata de
comprar esta tierra”.
Un tercer ejemplo, es el de las
elecciones municipales de 2003, cuan-
do grandes grupos de seguidores de
los partidos que representan a los pue-
blos, descendieron sobre la ciudad de
Nentón como si estuviera ocupada la
ciudad. El día antes a las elecciones,
los partidarios de una de las partes,
marchban veloces por las calles, de 6