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 Revista Espacios Políticos

estrategia de contrainsurgencia, que 
divide el espacio entre las ciudades y 
los pueblos que estaban bajo control, 
y el monte que era una zona libre 
de fuego (Stepputat 1999).  Muchos 
de los que huyeron regresaron poco 
después y los organizó el ejército, con 
las Patrullas de Autodefensa Civil, y 
por lo general, después de haber 
pasado por un rito de aprobación, 
de 

reinclusión, 

incluyendo 

un 

interrogatorio en el que las personas 
dieron su “confesión”.

La ciudad de Nentón fue 

repoblada poco a poco y se convirtió, 
de nuevo, en la cabeza de un puente 
que consolidaba el poder del Estado y 
el centro de las diversas estrategias 
de “seguridad y desarrollo” (en 
representación de la biopolítica, 
así como la necropolítica de la 
soberanía del Estado). Las tropas 
de ingeniería ampliaron la carretera 
hacia la frontera en Gracias a Dios, 
y en los pueblos pusieron a trabajar 
a las comunidades para construir 
escuelas rústicas y otros símbolos del 
desarrollo y, en el polo de desarrollo 
de Chacaj, un proyecto agrícola a 
gran escala con el apoyo de Taiwán, 
fue establecido... y fracasó.

Considerando que las Patrullas 

de Autodefensa Civil (PAC) fueron 
esenciales para el éxito de la 
estrategia, nunca llegaron a ser de 
plena confianza para el ejército o para 
los comandantes ladinos de las PAC 
en Nentón. Según  Michael Taussig 
(1987),  los patrulleros negociaron 

su salvajismo colonial y su condición 
de subversivos para obtener 
un nuevo estatus como sujetos 
“semicivilizados” que aún conservan 
algo de la fuerza mágica del monte. 
En la base militar de Huehuetenango, 
he visto comandantes de 50 años de 
edad que reciben tratamiento como 
patojos mensajeros, y entre los 
ladinos en Nentón se nombraba “los 
muchachos a los patrulleros.

Estableciendo de nuevo la 
frontera (1990-2000)

La coyuntura del “postconflicto” 

en Guatemala ha tenido un impacto 
importante en Nentón, que de nuevo 
tuvo su condición de cabeza de puente 
por el influjo de las organizaciones 
nacionales e internacionales. A 
partir de 1993, se establecieron 
unas 10 oficinas con representantes 
de ACNUR, Médicos sin Fronteras, 
Veterinarios sin Fronteras, la oficina 
de Derechos Humanos del Gobierno, 
organizaciones no gubernamentales 
guatemaltecas -que trabajan con 
financiamiento internacional-, y un 
par de instituciones gubernamentales 
relacionadas con el retorno de los 
refugiados. Durante los siguientes 
diez años la población aumentó en un 
50 % con los repatriados asentados en 
las antiguas propiedades de Gustavo 
Kanter, Widman y otros, cuyas tierras 
fueron compradas a altos precios con 
fondos internacionales.

Las instituciones, continuaron 

trabajando para extender la “red 
moderna” del desarrollo (como