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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
su reconocimiento y movilidad social
que se introdujo con las reformas
agrarias liberales. Proclamaban que la
tierra era libre para todos. Dado que
“la tierra es de todos”, alentaron a los
colonos y comuneros a reapropiarse
de la tierra y sus frutos, y con ello
deshacer la estructura de propiedades
delimitadas, así como la clase y
jerarquías étnicas incrustados en la
estructura de propiedad. Con la menor
de las ganas, algunos de los pobladores
y colonos tomaron, distribuyeron y
comieron el ganado de las fincas de
Nentón. Los guerrilleros, también
derribaron los cerrojos de las cárceles
del pueblo diciendo “ahora no hay
cárcel, solo armas”. Ellos bloquearon
la carretera recién construida que
conducía hacia Nentón, quemaron la
municipalidad con el registro civil y
otros documentos.
Mientras tanto el EGP forjó un
proto-Estado y un espacio abstracto
propio, mediante la instalación de un
servicio de inteligencia integral, la
aplicación de impuestos, preparando
a los jóvenes, y enlazando pueblos
organizados a los sistemas de
transporte de mulas, lugares de
reunión, y las instalaciones de
almacenamiento. Los aldeanos
fueron informados sobre la situación
en el frente -el número de puentes
destruidos, los soldados asesinados
y similares-. Los combatientes del
EGP vestían uniformes como símbolo
de la lealtad a los hombres armados
para un Estado (cf. Dandenker
1990) y el EGP introdujo “tribunales
populares” siendo ellos mismos
los inspectores del nuevo orden
y representantes de la soberanía
popular de los pobres.
A diferencia de la situación “real”,
el Estado insurgente era un Estado
móvil, en parte invisible con un mínimo
de infraestructura física y con un centro
ilocalizable en algún lugar del monte,
de donde derivaban las autorizaciones
de los representantes, los rituales, las
acciones y las ideas. Las reuniones,
los tribunales, la organización y los
ejercicios diarios eran las únicas
técnicas que tenían una incidencia en
la formación de nuevas subjetividades.
Los aspectos biopolíticos del Estado
insurgente se hicieron mucho más
sobresalientes para aquellos que
terminaron en los campos de refugiados
organizados en México.
Como una zona de excepción
declarada, Nentón se convirtió en
una zona llamada “matazonas” de
Guatemala donde el Ejército castigó
a la población rural por su apoyo al
EGP. En palabras de las poblaciones
que fueron “afectados por la ley”
(“nos cayó la ley”) y les dieron
“sentencia”, como en el caso de la
finca de San Francisco, en donde fue
asesinada y quemada la población
completa de 300 habitantes. Esto
causó que la mitad de la población
del municipio huyera a México y se
completó la estrategia del ejército de
limpieza en la franja fronteriza. Como
he argumentado anteriormente, la
fuga fue el resultado previsto de la