50
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
permanente del Estado central a
la región, y esto se expandió a
Nentón. En 1915, los carrancistas,
“indígenas como estos zapatistas que
están molestando ahora” como dijo
mi anfitrión, en 1994, entraron en
Nentón, y Gustavo Kanter, el alemán-
mexicano, fue acusado de dirigir y
almacenar armas de fuego para ellos,
además de planificar un golpe de
Estado. “Él quería hacer su propia nación,
tenía su propio ejército y una cueva llena de
armas”, como está registrado en la
memoria colectiva de los campesinos.
El gobierno central envió una patrulla
del ejército, “con el capitán, coronel
y todo», expulsaron a Kanter, así
como a los carrancistas, y estableció
un puesto del ejército en Nentón.
Esto trajo a los antepasados de las
familias ladinas actuales, a la ciudad
en donde se casaron con jóvenes
locales o mexicanas.
Más tarde, durante el régimen
de Ubico, un “intendente” militar
fue enviado a Nentón en dónde se
fortaleció aún más la cultura militar
en la frontera. El intendente daba
“instrucciones” cada dos semanas,
cuando los hombres (adultos) de las
aldeas y fincas tenían que caminar a
la ciudad, algo que podría tardar más
de un día completo de ejercicios en
el municipio. Por lo tanto, junto con
las obligaciones del trabajo forzado
y la servidumbre (por deuda), la
disciplina física era un elemento
importante para el compromiso con
la población indígena, una expresión
de la misión militar “civilizadora”. En
el ámbito de la justicia, sobre todo
los “finqueros” y las autoridades de
la aldea, acostumbraban imponer
sentencias y castigos.
En ese momento, la ciudad de
Nentón seguía siendo en gran medida
un pueblo con casas de adobe y techos
de paja, siendo el edificio municipal la
única casa con azulejos. Pero el puesto
de avanzada dejó una marca en la
población que dividió a “los de arriba
y los de abajo”. La parte ventajosa
la ocuparon los descendientes de los
militares, maestros y administradores
-como los Montt, los Alvarado, los
Castillo, y los Guillén-, mientras que
los originarios, descendientes de los
mayas –con los apellidos, Domingo,
Martín, López y así sucesivamente-
ocuparon la parte inferior. La menor
parte de los ladinizados a lo largo
de los años, se identificaban con la
ciudad, por muy extraño que suene,
pues siempre fueron marginados e
irrespetados por los recién llegados
que poseían buenos contactos. Así,
cuando el fútbol vino a la ciudad
durante los años de Arbenz, junto con
la idea de los sindicatos, los partidos
y la reforma agraria, definitivamente,
tenía que haber equipos de las clases
inferiores y superiores que siempre
luchaban el uno contra el otro, en las
calles o en el nuevo campo de fútbol.
Pero nadie soñó con incluir en los
deportes a los jóvenes de los pueblos.
Certeau (1984) utiliza la figura
de “un lugar apropiado”. Nentón se
convirtió cada vez más en “un lugar