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Revista Espacios Políticos
que lograron captar su mensaje,
se entusiasmaban con aquella niña
rebelde que no quería tomarse la
sopa: niñas leyendo a niñas.
El 50 % del total de encuestados
que conoció a Mafalda a través de libros,
confirmaría la difusión continental del
fenómeno; es decir, el momento en el
que la tira cómica ya formaba parte
de esa amplia producción bibliográfica
que la caracterizó entrada la década
de 1970.
También merece señalarse
como parte de la difusión mundial
de Mafalda, el uso de las viñetas
para
fines
pedagógicos
por
programas educativos, al igual
que su recuperación por grupos
contestatarios y críticos del orden
establecido. Y por último pero no por
ello menos importante, la conversión
de la tira cómica de Mafalda como
objeto de estudio para las ciencias
sociales, como parte de los análisis
de signos y objetos simbólicos de
la cultura contemporánea. Así en
la década de 1970 por ejemplo, las
dos estrategias más significativas de
abordaje del análisis de la historieta
en Argentina -y dentro de ellas de
Mafalda-estuvieron
dominadas
y
enfrentadas por la semiología y
el marxismo (Berone. 2008). Un
ejemplo de la segunda estrategia
fue el libro de Pablo José Hernández:
Para leer a Mafalda (1976). Su título
parafraseaba el crítico texto de Ariel
Dorfman y Armand Mattelart a los
personajes de Walt Disney: Para leer
al Pato Donald (1972)
5
.
5 Se inspiraba a su vez en el célebre texto
fundante del marxismo estructuralista de
Louis Althusser: Para leer El capital (1965).
¿Cómo explicar entonces
las características del fenómeno
Mafalda desde sus inicios a mediados
de la década de 1960 hasta la
actualidad? Es indudable que parte
del interés, difusión y permanencia
de la tira cómica y sus personajes,
ha sido consecuencia de lo que el
público consideró como novedad
y originalidad. Y ello en un mundo
todavía dominado, en la década de
1960, por las traducciones al español
del comic o cartoon anglosajón
6
. La
temática que abordaban los personajes
de Mafalda: desde la política criolla
(argentina y por ello también
latinoamericana) hasta los sueños,
angustias, problemas y esperanzas de
la clase media argentina (y también
latinoamericana), explican en gran
medida, las condiciones del éxito en
las primeras épocas. En este sentido,
las afinidades latinoamericanas no
deben descuidarse:
6 Era el caso por ejemplo y siempre
dependiendo de la traducción con la que
se identificaban los personajes de: El
Capitán y los cebollitas (1897), Popeye
el marino (1919), El Pájaro Loco (1930),
Lorenzo y Pepita (1930), La pequeña Lulú
(1930), Archie (1939), Tom y Jerry (1940),
Silvestre (1947), Charlie Brown (1950) así
como de los personajes clásicos de Walt
Disney: El Pato Donald y El Ratón Miguelito
entre los más conocidos (años tomados de
Wikipedia). Fueron tiras cómicas publicadas
en E.UU. y el Reino Unido. En América Latina
su traducción y difusión se incrementó a
partir de las décadas de 1950 y 1960. Si
bien antes de estos años ya se producían
tiras cómicas de origen latinoamericano
como las de Paturuzito, Billiken y El otro yo
del Dr. Merengue en Argentina, Condorito
en Chile o los Supersabios y Memín Pinguín
en México entre otros, no alcanzaron la
popularidad ni universalidad de Mafalda de
1964 en adelante .