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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
anterior quiere decir que el modelo
guatemalteco, el costarricense, el
salvadoreño o el mexicano, o bien
los modelos boliviano y ecuatoriano
recientemente diseñados, responden
a una directriz histórica concreta so-
bre la forma como las relaciones de
poder se expresan en una sociedad.
No es posible pensar que un diseño
institucional va a sacar a la política
de este tipo de procesos selectivos.
La política es inherente a los proce-
sos de selección o de elección. Ello
es inevitable. Así se van haciendo las
modificaciones conforme los meca-
nismos funcionan o muestran signos
de cansancio, de agotamiento, de
deterioro o de desviación.
La pregunta que se plantea
aquí es ¿si existen ya signos
notables de agotamiento, deterioro
o desviación en el funcionamiento
del
modelo
guatemalteco,
que ameriten su cambio o la
introducción (como algunas de las
organizaciones especializadas en
el tema han propuesto) de ciertas
modificaciones a los procedimientos
de funcionamiento de las comisiones
de postulación? Recordemos que
no hay modelo perfecto; todo
modelo es perfectible y responde a
contextos históricos específicos; o
sea, “nada está escrito en piedra”,
no se trata de normas que tengan
que ser perpetuas e inmodificables.
En el caso centroamericano y
especialmente en el triángulo norte-
centroamericano, la lectura sobre
cuál es el mejor modelo o la revisión
sobre cómo cambiar un modelo
específico, necesaria y obligadamente
debe responder a una lectura sobre
cuáles son los actores históricos o
emergentes que pueden influir de
manera negativa en este tipo de
procesos selectivos.
En este caso, para el triángulo
norte nos referimos a la presencia
de los llamados “cuerpos ilegales”,
grupos de poder ilícitos que tienen una
fuerte presencia (y que no se reducen
al narcotráfico como simplemente se
quiere analizar).
La presencia intensa en algunos
países de grupos ilegales, vinculados
con la economía ilícita o con prácticas
ilegales dentro de los márgenes de lo
lícito, es un factor a tomar en cuenta.
La pregunta es ¿sobre qué tipo de
órganos electivos pueden influir
más? ¿Sobre órganos abiertos y
representativos (al menos de origen)
que requieren acuerdos amplios
para la selección de cargos o, sobre
formas corporativas más reducidas
que pueden ser objeto de captura,
presión o influencia por parte de
estos grupos? Esta es una pregunta
importante que queda abierta.