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 Revista Espacios Políticos

elige al fiscal, ya sea con autonomía 
o a partir de ternas enviadas por el 
presidente de la República (en el 
primer caso Costa Rica y en el segundo 
caso Colombia). Como podemos ver, 
existe variedad de alternativas. 

Con el afán de reducir la posibilidad 

de que un poder influya en otro o de 
que un partido prevalezca sobre los 
restantes, así como la presencia de 
fuerzas o actores sociales determinantes 
en elección de cargos judiciales y de 
control, se ha incluido otra dimensión: 
las “salvaguardas”. Esta dimensión da 
la opción de atenuar el poder de los 
partidos políticos de manera específica 
o de un partido político en lo individual. 
Una de las salvaguardas más 
frecuentemente utilizadas en la región, 
consiste en que las elecciones de estos 
cargos indirectos se den por mayoría 
calificada.  Ello obliga a los partidos a 
acuerdos más dinámicos. Es el caso 
de las constituciones costarricenses, 
uruguaya y salvadoreña por ejemplo, 
que lo establecen de tal manera. 
Otra salvaguarda es la intervención 
de órganos o instancias, como los 
consejos nacionales de la judicatura 
en el caso paraguayo, que es el órgano 
que provee al legislativo de las listas 
para la elección de los magistrados 
y magistradas. O la figura de las 
comisiones de postulación en el caso 
guatemalteco, que envía los listados al 
órgano elector, ya sea el legislativo o al 
presidente de la República. 

Un elemento que también puede 

ubicarse dentro del concepto de 

salvaguarda tiene que ver con el diseño 
mismo de los períodos constitucionales 
de vigencia de estos cargos. Por 
ejemplo, la Comisión Interamericana 
de Derechos Humanos ha insistido 
en que un mandato ampliado para 
los integrantes de órganos judiciales 
de control y que no coincida con los 
períodos de elecciones presidenciales 
o legislativas, es un elemento que 
protege o que ayuda a favorecer los 
grados de independencia y autonomía 
en el desempeño de estos órganos. 
La variante de reelección consecutiva 
que existe en algunos países es 
objetada en este caso por la Comisión 
Interamericana en cuanto a que, 
cuando un cargo tiene que someterse 
a reelección inmediata, al final de 
cuentas tiene que terminar pactando 
con el eje de relaciones de poder que 
en ese momento tiene dominio sobre 
el órgano elector. La recomendación es 
un período amplio pero sin reelección 
inmediata. En el caso panameño, por 
ejemplo, los magistrados electores 
duran diez años, período bastante 
amplio que en principio y porque no 
hay método perfecto, debería reducir 
la tentación de los gobiernos de turno 
de intervenir en el control de estos 
órganos.

A manera de conclusión

Al hacer un repaso regional 

resulta evidente que no existe un 
modelo perfecto, como es propio 
de cualquier diseño normativo o de 
cualquier diseño institucional. Lo