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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
al final, en el afán de despartidizar, la
capacidad de seleccionar a este tipo
de órganos se entrega a grupos de
intereses corporativos, a veces más
reducidos que los mismos partidos,
dependiendo del contexto nacional de
que se trate.
Según la lógica anterior, ser
un actor ciudadano no partidario
no significa actuar con carencia de
intereses específicos y al margen de las
lógicas del poder predominantes en una
sociedad específica. Esto ha llevado a la
tendencia creciente de crear modelos
mixtos, como el guatemalteco, en el
que instancias no partidistas realizan
los procesos de convocatoria para la
nominación y selección de candidatos a
órganos judiciales y de control, dejando
al Congreso la elección o selección final
de la forma en que se integran esos
órganos de control, con base en listas
cerradas previamente elaboradas. En
este caso, también existen variables
importantes a tomar en cuenta:
qué órgano de elección garantiza el
mayor grado de representación de la
diversidad de intereses que conforman
o se expresan en una sociedad. La
cuestión se plantea en estos términos:
¿Qué puede ser mejor? ¿Qué la
elección final recaiga en un órgano
representativo proporcional, como los
parlamentos o en un órgano unipersonal
y unipartidario, como normalmente
son las presidencias en aquellos
regímenes de corte presidencialista
que predominan en América Latina?
Existen también modalidades
más radicales en torno al carácter
representativo incluyente de los
procesos de selección. El caso
boliviano prevé la elección popular de
cargos, variante interesante derivada
de la última reforma constitucional
boliviana, bajo el gobierno del
presidente Evo Morales. Asimismo,
el debate sobre la representatividad
se lleva más allá de los sujetos
electores a la forma de integración
de los mismos órganos judiciales y de
control. Otra vez, en el caso boliviano
desde la perspectiva étnica, y en el
caso ecuatoriano desde la perspectiva
de género, se establecen criterios
sobre cómo deben integrarse de
manera proporcional o representativa
estos órganos judiciales y de control.
La cuestión de los criterios
de selección refiere también a dos
modelos. El primero es el de la vieja
política, que consiste prácticamente
en “cocinar” la decisión al integrarla a
los parlamentos y que normalmente
responde a una lógica de negociación
de cuotas de poder o a un pacto de
no agresión mutua, a través de la
selección de personas independientes
de los partidos, que forman parte del
proceso de negociación. En los países
de América Latina en los que este
modelo sigue prevaleciendo, existe
evidentemente una amplia gama de
experiencias concretas en los últimos
años. Ese tipo de acuerdo, realizado en
gabinete dentro de los parlamentos,
puede ser llevado a extremos como