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 Revista Espacios Políticos

Las protestas y movilizaciones 

de la oposición tienen un objetivo 

confesado por sus propios dirigentes: 

cambio de régimen. La constitución 

venezolana ofrece la posibilidad de 

hacer un referéndum revocatorio 

a mitad del ejercicio presidencial y 

se puede cambiar de régimen con 

impecable legalidad democrática. Se 

trata de un impaciente berrinche de 

los opositores -o de sus mandantes- 

que no quieren esperar la ocasión de 

hacerlo por la vía legal. Es siempre 

ilegal derrocar al gobierno elegido y 

el riesgo es ser acusado de causar 

muertes con disturbios fuera de lugar, 

amén de causar agotadoras pérdidas 

de tiempo y dinero.

La técnica utilizada es la de 

otros golpes recientes: una campaña 

de 

prensa 

con 

exageraciones, 

alimentada con mensajes sin 

verificar; siembra de mentiras en 

redes sociales; entrevistas selectivas 

en la prensa internacional; condena 

a la supuesta violencia por ciertos 

gobiernos; fotografías retocadas de 

protestas masivas, para efectos de 

propaganda. Todo dirigido a crear 

ante la opinión internacional un 

clima propicio para una intervención 

“humanitaria”. Por fortuna hasta 

ahora solo hay nueve muertos, 

entre oposición, policía, chavistas 

y transeúntes. Con esa cifra, 

lamentable, pero baja de víctimas, 

no es creíble la denuncia de represión 

salvaje, por quienes invocan la 

protección de los marines. Hay una 

indicativa inversión de estereotipos 

durante la tentativa de golpe. En las 

alcaldías socialistas hay normalidad 

y calma; en las de oposición liberal, 

reinan la agitación y el odio.

Conclusiones y precauciones.

Las técnicas para golpes de estado 

o cambio de régimen evolucionan. 
La informática y los medios de 
comunicación son hoy armas de 
guerra muy efectivas. Los países que 
quieran mantener su independencia 
deben crear y mantener alianzas 
con dominio técnico en ambos, para 
defender eficazmente la soberanía y 
los intereses nacionales o regionales. 
Hay también que crear equipos 
de gente con la capacidad cultural 
para captar los hechos importantes, 
entender su sentido y anticipar, 
capaz de analizar información en 
los principales idiomas, y transmitir 
en ellos mensajes convincentes. 
Se debe entrenar a periodistas, 
analistas y diplomáticos para que 
sean competentes, mundanos e 
interesantes. No todos los países 
independientes tienen la misma 
capacidad, por ello conviene aliarse 
y abrir los rangos a quienes pueden 
aportar mejoras a la eficiencia de la 
gestión.

Para evitar golpes de Estado 

por obra de minorías entrenadas, los 
gobiernos deben: a) tener respaldo de 
masas organizadas para neutralizar 
turbas mercenarias; b) mantener 
seguridad en los servicios públicos 
(electricidad, transporte, TV, radio, 
teléfonos, agua, etc.); c) tener medios 
para difundir la versión verdadera de 
la noticia; d) vigilar las actividades de 
asociaciones extranjeras en el país; 
f) vigilar el ingreso de fondos del 
exterior para grupos nacionales. Vis 
pacem, para bellum.