/ Los militares y la élite, la alianza que ganó la guerra
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en la Corte de Constitucionalidad. Fue tal la ani-
madversión, que el 24 de julio de 2003 grupos de
choque del FRG estuvieron a punto de allanar el
edificio de oficinas de la familia Gutiérrez-Bosch
y la colonia emblemática de la aristocracia en la
zona 14, La Cañada.
Una década más tarde, cuando el 19 de marzo de
2013 se inició el juicio por genocidio contra Ríos
Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez, la élite
parecía no darle demasiada importancia. Los ri-
osmonttistas y los hijos de militares pedían con
insistencia el apoyo del Comité Coordinador
de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Indus-
triales y Financieras (Cacif). El 4 de abril, Alfred
Kaltschmitt, empresario influyente durante el go-
bierno en 1982-1983, escribía en una columna en
Prensa Libre: “Lo dejaron solo. ¿Dónde está la Pa-
trulla Aérea Civil, que llevó a cabo miles de horas
de vuelo en misiones cívico-militares en las regio-
nes de conflicto? Callados están los agroindustria-
les que celebraron con tanta fanfarria el final de
una larga noche bélica y el inicio de una era de
paz ganada a pulso contra el terrorismo subver-
sivo”. Más tarde, Zury Ríos, la hábil política e hija
de Ríos Montt, consiguió lo que una década antes
era imposible: una audiencia con el sector priva-
do para azuzarlos e inquietarlos con que después
de a su padre, la Fiscalía y las organizaciones de
víctimas los enjuiciarían a ellos y demandarían
una reforma agraria. El Cacif recibió, a mediados
de abril, a Zury Ríos y a otros hijos de militares,
según un empresario que participó de las reunio-
nes y pidió no ser nombrado para este reportaje.
La élite, no obstante, terminó de convencerse cu-