Martín Rodríguez Pellecer /
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jador reportaba al Departamento de Estado.
De esta manera, había una relación más fluida, las ci-
tas se hacían de otra manera. Y siempre hubo mucho
interés, era increíble. (…) Una cosa puede ser la opin-
ión de una embajada, pero no significa que sea la
opinión oficial de un gobierno. Hay que distinguir.
Cuando viene el Departamento de Estado o el presi-
dente de Estados Unidos en Washington y dice algo,
eso sí es una opinión oficial sobre Guatemala.
Muñoz Piloña recuerda uno de estos cabildeos: “Una
vez en septiembre de 1982, Juan Maegli y los de la
Asociación Amigos del País, que era algo como lo
que ahora es Fundesa, me invitaron a ir con ellos a
Miami a una reunión del Caricom (Comunidad de
Estados del Caribe). Y el indito, yo, no sabía nada de
esas cosas. Yo iba de patojo ignorante. Ahí pasaron
dos cosas muy interesantes. Juan Maegli me presentó
al Primer Ministro de Belice y estuve hablando con
un senador demócrata que sólo había escuchado la
visión de la guerrilla sobre el conflicto. Al senador le
conté que eran inventos lo de las bayonetas de los
fusiles galil o que la masacre de Dos Erres nunca ex-
istió, pues fueron a buscar las evidencias en ese mo-
mento alguien del gobierno y alguien de la embajada
estadounidense y no encontraron nada, fue una ma-
sacre de escritorio. Y cambió su visión. (…) Mire, (los
empresarios) me atendieron a cuerpo de rey. Yo no
sabía de esos viajes, yo era un hombre de campo, de
montaña, de trabajo, pero en esta oportunidad vimos
que ellos realmente abren espacios a nivel interna-
cional. Estaban bien coordinados, mis respetos”.