/ Los militares y la élite, la alianza que ganó la guerra
23
con su estructura generaban tranquilidad, orden,
paz, condiciones y certeza para trabajar”.
Desde el lado gubernamental, la relación se perc-
ibía de una manera distinta. Para el capitán Mu-
ñoz Piloña, “la relación era muy cordial porque
los empresarios vieron que no nos estábamos cor-
rompiendo”. Para Harris Whitbeck “la relación era
buena porque los empresarios estaban agradecidos
porque comprendieron que Efraín (Ríos Montt)
estaba tratando de pacificar el país. En el Conse-
jo de Estado, en el que había 30 titulares y 30 su-
plentes, había empresarios como Ricardo Asturias,
Ernesto Viteri, Ramiro Castillo Love o Julio Viel-
man Pineda. También había 20 indígenas y hasta
un comandante guerrillero de Todos Santos que
se había colado, porque eran liderazgos escogidos
por las comunidades. Mire, si Efraín (Ríos Montt)
hubiera querido matar a todos, no los hubiera con-
vocado al Consejo de Estado”.
El economista Miguel von Hoegen, quien fue sec-
retario de Planificación (Segeplan), va un paso más
allá al analizar la relación militar-empresarial:
“Primero me gustaría decir que es un hecho que
me molesta pero tengo que aceptar que me metí
a la contrainsurgencia; a mí me interesaba aportar
en la participación ciudadana y empecé en Sege-
plan desde 1973. Segundo, sobre la relación entre
militares y empresarios, era muy amistosa y le
puedo decir que toda la orientación de la política
pública era para beneficiar al sector privado. Re-
cordemos que era el período del enamoramiento
de los gobiernos con el neoliberalismo por influ-
encia de Ronald Reagan y Margaret Thatcher”.
“Era una alianza. Sabían que sólo juntos podían
sacar adelante al país y ganar la guerra a la insur-