FACULTAD DE HUMANIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

54

En Guatemala, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE, 
2012) respecto a las dinámicas de las familias y particularmente de las parejas, 
refleja que la falta de responsabilidad económica, las agresiones físicas y la 
infidelidad, son los mayores indicadores de la separación conyugal. Así mismo, 
los expertos indican que el divorcio afecta no solo a los cónyuges sino a los 
hijos también. Los datos registrados documentan que existe un incremento en 
el divorcio de parejas. De esa manera se registró en el año 2012 que la tasa 
de nulidades, separaciones y divorcios fue de 2.4 por cada 1 000 habitantes. 
El número de divorcios aumentó un 0.6 % en 2012, mientras que el de 
separaciones se redujo un 7.9 % (INE, 2012).

Algunos autores han planteado hipótesis acerca de los tipos de divorcio. En 
este sentido, según Fernández & Godoy (2005), se podrían establecer cinco 
tipos de divorcio con consecuencias diferentes:

La separación matrimonial o divorcio psíquico, que supone el distanciamiento 

emocional entre la pareja, ya estén ambos de acuerdo o la decisión sea 
tomada de forma unilateral.

El divorcio legal, el establecido ante la ley y en el que se deben tomar 
medidas con respecto a los bienes, los hijos, etc.

El divorcio de comunidad o social, que supone el distanciamiento de los 
miembros de la pareja del entorno social, que hasta entonces compartían.

El divorcio de propiedad, en lo referente al reparto de bienes acaecidos 
en la pareja.

El divorcio de dependencia, entendiendo como tal un cambio evidente de 
roles desempeñados del divorcio en adelante.

Cuando una pareja no logra mantener una relación conyugal, optan por la 
solución que “alivia” el problema: el divorcio, sin pensar en las dificultades que 
sus hijos van a atravesar, ni las repercusiones que el divorcio trae consigo. 
Dependiendo de la edad evolutiva de los hijos, la capacidad de comprensión 
de la situación será diferente y, por tanto, su reacción también. Garin (1992) 
sostiene que la experiencia del divorcio difiere cualitativamente para los niños 
de diversas edades. Los más pequeños tienden a ser autoinculpables.

Los niños en la etapa preescolar, de 2 a 5 años, perciben el divorcio como 
una separación física, como un suceso temporal, llegan a confundir lo positivo