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PERFIL DEL AGRO Y LA RURALIDAD DE GUATEMALA 2014: 

SITUACIÓN ACTUAL Y TENDENCIAS

De acuerdo con FAO, el suelo a nivel mundial se está perdiendo a un ritmo de 13 a 18 veces más rápido 

de lo que se está formando (FAO, 2001). Este proceso puede darse por factores físicos, como erosión, 

que consiste en el arrastre de materiales del suelo por diversos agentes como agua, viento, compactación, 

factores químicos (como la salinización y la solidificación, que consiste en la acumulación excesiva de 

sales solubles o de contaminantes químicos) y factores biológicos (como la pérdida de nutrientes por la 

sobreexplotación del suelo en monocultivos, por ejemplo).

Según Pla-Sentis (2010), en 2010 existían unas 3,600 millones de hectáreas (25 por ciento de las 

tierras a nivel mundial) afectadas por diferentes niveles de degradación de suelos, incluyendo 30 por 

ciento de las tierras bajo riego, 47 por ciento de las tierras con agricultura de secano y 73 por ciento 

de tierras de pastoreo. De acuerdo con el autor, anualmente pierden parte de su productividad por 

degradación de suelos 1.5-2.5 millones de hectáreas (ha) de tierra bajo riego, 3.5-4.0 millones de ha 

de tierras agrícolas de secano y 35 millones de tierras de pastoreo, afectando directamente a unas 

2,600 millones de personas (40 por ciento de la población mundial). En los últimos 50 años se estima 

que dos terceras partes de las tierras agrícolas del mundo han sido afectadas por la degradación de 

suelos. Unas 305 millones de ha (2.3 por ciento del total de tierras y 21 por ciento de tierras agrícolas) 

han perdido completamente su capacidad productiva y de control ambiental para evitar procesos de 

erosión de suelos (Pla-Sentis, 2010).

La degradación de los suelos en América Latina es un problema que está avanzando rápidamente y, a 

pesar de estar amenazando el bienestar de millones de personas en la región, tiende a ser ignorado por 

los gobiernos y la población en general. La causa de la degradación en esta región tiene su origen en 

factores socioeconómicos y políticos (como la falta de ordenamiento territorial), en la sobreexplotación 

de la capacidad de uso de las tierras y en prácticas de manejo de suelo y agua inadecuadas, por iniciativas 

productivas no sostenibles, por la prolongación de las estaciones secas y por la compactación del terreno. 

Estos factores se conjugan para reducir la productividad de las actividades agrícolas (PNUD, 2010). Por 

ejemplo, en El Salvador y República Dominicana, las tasas de erosión fluctúan entre 190 y 346 toneladas 

anuales por hectárea, lo que implica que en el plazo de diez años esas tierras pierden toda posibilidad de 

uso agrícola (Gastón, 1985).

3.6.2 

El agua y las actividades agrícolas

El agua es uno de los recursos más abundantes de la Tierra, pero la proporción disponible con seguridad 

para el consumo humano no llega al 1 por ciento del total. El agua potable es indispensable para la 

supervivencia humana, pero las enfermedades causadas por la contaminación hídrica constituyen la 

amenaza más frecuente para la salud en el mundo en desarrollo (PNUMA, 1999).

De acuerdo con la FAO, se puede identificar que la agricultura es el mayor usuario de agua, con un 

promedio mundial de 69 por ciento, seguida por la industria con 23 por ciento y el uso doméstico 

ciudadano con 8 por ciento (figura 3-28). Pero la agricultura también es el sector que presenta el más 

bajo retorno de la inversión y el más alto nivel de malgasto (FAO, 2011b).