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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 291-297

Además, siempre he querido que haya reconocimiento hacia las mujeres de mi 
familia. He investigado con ellas, el proceso ha sido largo, de conversaciones, 
entrevistas, fotografías, recorridos, ir con ellas a sus talleres de trabajo, ver sus 
telares, la mayoría de ellas son comerciantes, viven de hacer, comprar y vender 
huipiles. Mucho de lo que he querido contar está relacionado con el racismo y la 
violencia que ellas viven, desde mi prima que cuenta que cuando viene a la capital 
la atienden de último en todos lados, hasta mi tía que en uno de los recorridos que 
hicimos juntas me iba contando la violencia que vivía porque mi tío le pegaba y 
que caminaba diez kilómetros para ir de su pueblo a otro para vender, ella me decía 
«en esa piedra grande, ahí mismo, me sentaba yo a llorar cuando iba de camino»

11

.

En estas palabras se concentra su horizonte de sentido. Gestar una práctica 
discursiva que parte de su propia experiencia:

Esa es su historia, esa es mi historia, así ha sido la historia de racismo, de 
discriminación y de violencia que les ha tocado a ellas y nos ha tocado a todas. 
Todas esas experiencias vividas son parte de la obra, están y no están, son parte del 
proceso, aunque no se vean literalmente

12

Por tanto, en la propuesta de la autora se hacen evidentes la colonialidad 
del poder, las marcas políticas impresas en la memoria y en los cuerpos de 
esas mujeres que, sin embargo, no se presentan como víctimas sino como 
sujetos de una historia. 

De tal cuenta que como ella misma lo plantea, pasó a ser una artista de 
posguerra, a una inserta en esa generación que necesitó reconocerse 
para crear desde un lugar de enunciación como es Guatemala, desde un 
conocimiento «otro».

Movidos quizá para proporcionar un lenguaje alternativo en el arte, para 
desprendernos de la historia perversa de la modernidad y del sistema capitalista 
global, desprendimiento que no es fácil porque se tiene que jugar el juego, es 
decir, estar dentro del sistema moderno/colonial, pero externos a través de un 
pensamiento otro, un pensamiento crítico

13

11 Sandra Monterroso, «Sandra Monterroso, una artista decolonial», entrevista por Silvia Trujillo, 

La Hora, 27 de mayo de 2016.

12 ibid.

13 Sandra Monterroso, «Del arte político a la opción decolonial en el arte contemporáneo 

guatemalteco», Iberoamérica Social: revista-red de Estudios sociales (2015): 128, http://

iberoamericasocial.com/wp-content/uploads/2015/11/Monterroso-S.-2015.-Del-arte-

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Guatemalteco.-Iberoam%C3%A9rica-Social-revista-red-de-estudios-sociales-V-pp.-127-135.pdf