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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 291-297

de la autora. Más que respuestas plantearé algunas inquietudes. De hecho 
yo, que permanentemente me muevo entre la sociología y el mundo del 
arte, que a veces prefiero exiliarme de la primera para refugiarme en el 
segundo, llegué a él por una provocación que me hiciera Mariví Véliz en 
2009. «¿Cuál es la relación entre la academia, las ciencias sociales y el arte 
contemporáneo en Guatemala?», me inquirió, en el marco del conversatorio 
de cierre de la primera generación de «Cultura versus Cultura», un proyecto 
que buscaba crear pensamiento e investigación a partir de piezas artísticas 
y que ella había impulsado en el Centro Cultural de España en aquel año.

En ese momento era escasa. Le respondí que desde el escueto paradigma 
positivista que todavía permeaba la academia no se consideraba a las piezas 
de arte con el suficiente «rigor científico» como para ofrecer una mirada de 
la realidad. Ella escribía un tiempo después de aquel evento: 

El arte sigue siendo visto como productor de belleza desde las ciencias sociales 
en general, y por lo tanto, sin ningún función crítica inmediata. Es como si los 
profesionales de esta rama no leyeran los periódicos o vivieran en mundos paralelos, 
aludiendo al sujeto esquizoide de que hablara Deleuze. A mí, particularmente, lo 
que me sigue llamando la atención es el silencio alrededor de ciertas obras que son 
muy provocadoras y públicas […]. Esto es algo que parece que está empezando a 
cambiar y creo que también pudiera contribuir con situar algunos debates en torno 
al arte en el espacio público. Algo que en principio tendría un valor educativo y que 
paulatinamente iría calando el ámbito de las instituciones sociales

1

.

Y efectivamente, este panorama ha ido cambiando en los últimos años. A 
nivel artístico: 

Guatemala se ha ido insertando en las múltiples discusiones que se dan a nivel 
mundial y se han puesto en debate una serie de temas y enfoques, tales como las 
propias categorías de centro y periferia [...] netamente modernas y coloniales; el 
canon contemporáneo, si es que esa diversa multiplicidad puede ser contenida en 
un «canon»; el pensamiento único que, aunque se critica, aparece aún con mucha 
vigencia en algunas propuestas; la identidad y la intersección entre mestizaje-
transculturación y arte; incluso desde la interculturalidad hasta la propuesta 
decolonial, todos han sido debates presentes en el sistema de arte del país, 
dejando entrever que las categorías que rodean a dicho sistema están en disputa 
y repensándose

2

.

1 Mariví Véliz, «Formalizar la educación no formal», en Cultura versus Cultura (2010),  http://

culturaversuscultura.blogspot.com/20Formalizar%20la%20educaci%C3%B3n%20no%20

formal10/01/negociaciones-puentes-estrategicos.html

2 Silvia Trujillo, «Lo que el arte nos deja ver. 19 Bienal de Arte Paiz, Guatemala, 2014», Arte al día, 

núm. 147 (2014): 64-65.