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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 229-243

colectividades que no se identificaban como conjunto con la ideología 
comunista fueron asociadas con esta categoría, para justificar la represión 
contra ellas. Este fue el caso de los estudiantes de instituciones públicas 
(tanto de secundaria como de la Universidad de San Carlos) y de algunos 
grupos mayas, como los Ixil. La demonización de los comunistas ya estaba 
instalada en el imaginario social desde la década de 1930; puede recordarse 
el fusilamiento y la presión a la que fueron sometidos, en 1932, varios 
guatemaltecos acusados de comunistas, en el contexto de la paranoia que 
provocó la insurrección campesina de ese año en el oriente salvadoreño. 
Sin embargo, la obsesión anticomunista cristalizó con la contrarrevolución 
y se instaló en el imaginario de los guatemaltecos de distintas capas sociales. 
Como señala Manolo Vela, desde entonces, el poder construyó a los 
comunistas como los grandes enemigos de la patria, de Dios y de la Iglesia 
católica, los convirtió en

(...) los rusófilos, los zánganos, los filocomunistas, los tontos útiles, los esbirros 
de Moscú, los comunistoides, los marxistas, los verdugos, los chacales con 
indumentaria humana, los pícaros, los camaradas, los rojos, los rojillos, en pocas 
palabras: el diablo (…)

7

.

A nivel formal, el Estado anticomunista construido desde 1954 no existe 
más. La Constitución vigente, promulgada en 1985, estableció la libertad 
de asociación y la libertad de emisión del pensamiento sin restricciones 
ideológicas. Además, a fines de 1996, pocos días antes de la firma de la paz, 
el Congreso de la República derogó lo que quedaba vigente del Decreto 
Ley Número 9, último instrumento legal del Estado anticomunista

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Este decreto prohibía cualquier tipo de organización que profesara la 
ideología comunista, a través de todo tipo de medios, incluso emblemas y 
películas, y otorgaba a los tribunales militares la potestad de juzgar todos 
los delitos contemplados en esta ley

9

. Hoy en día, el Estado no necesita 

leyes anticomunistas, ya que en gran medida el anticomunismo está 

7 Manolo Vela, «Guatemala, 1954: Las ideas de la contrarrevolución»,  Foro Internacional 45, núm. 

1 (2005): 99, https://www.jstor.org/stable/27738691?seq=1#page_scan_tab_contents

8 Decreto núm. 130-96, Diario de Centro América, 23 de diciembre de 1996, 1472. 

9 El Decreto Ley inicia explicando que el comunismo «niega a Dios, la personalidad humana y 

los más altos valores del espíritu», lo que a su vez contraviene «las tradiciones y aspiraciones de 

la gran familia guatemalteca (…)». Incluye más delitos de los que aquí mencionamos, así como 

diversas penas para castigarlos. Véase el Decreto Ley núm. 9, El Guatemalteco, 10 de abril de 

1963, 458 y 459.