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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 153-175

La evidencia empírica internacional sugiere que los esquemas de gestión 
comunitaria del bosque suelen traducirse en unos resultados de conservación 
más satisfactorios que los obtenidos en áreas protegidas convencionales

4

sobre todo en contextos caracterizados por la debilidad institucional, el 
acaparamiento de tierras y la irrupción de actores extraterritoriales que no 
celebran un pacto de administración territorial con el Estado ni cuentan 
con las garantías de funcionamiento que sí han logrado desarrollar las 
concesiones forestales comunitarias. Las razones que explican este buen 
desempeño ecológico de los esquemas de manejo colectivo parecen estar 
más relacionadas con las lógicas productivas basadas en el conocimiento 
local y ancestral que con la innovación tecnológica, es decir, con los sistemas 
axiológicos que subyacen a las decisiones de manejo. El pueblo Menominee 
en Wisconsin, EE. UU., por ejemplo, ofrece evidencia adicional en este 
sentido, en tanto su estrategia de manejo silvícola orientada a maximizar 
la cantidad de árboles en pie en sus territorios, inspirada en sus valores 
culturales –que además sirven como elementos articuladores y maniobras de 
solución frente a las tensiones consustanciales a una estrategia colectiva de 
gestión del bosque–, le permite mantener unos niveles de cobertura boscosa 
compatibles con la viabilidad ecológica y con la generación sostenida de 
ingresos económicos

5

. Grogan et al.

6

, por otro lado, concluyen que:

(…) las prácticas de manejo forestal usadas en la zona de uso múltiple de la Reserva 
de la Biosfera Maya están entre las mejores prácticas que se emplean a nivel de 
especies en los bosques tropicales.  La determinación e implementación de la 
intensidad de corta a partir de la biología de la especie significa un genuino avance 
hacia la producción sostenible de madera y merece ser reconocida y replicada en 
otras regiones. 

La pretensión de echar a andar megaproyectos de toda índole, con 
fines diversos y no siempre inspirados en el bien común, agrega un reto 

4 Edward A. Ellis y Luciana Porter-Bolland, «Is community-based forest management more 

effective than protected areas? A comparison of land use/land cover change in two neighboring 

study areas of the Central Yucatan Peninsula, Mexico», Forest Ecology and Management 256 (2008): 

1971-1983; Luciana Porter-Bolland et al. «Community managed forests and forest protected 

areas: An assessment of their conservation effectiveness across the tropics», Forest Ecology and 

Management 268 (2012): 6-17.

5 Michael J. Dockry et al., «Sustainable development education, practice, and research: an 

indigenous model of sustainable development at the College of Menominee Nation, Keshena, 

Wisconsin, EE. UU.», Sustainability Science 11, núm. 1 (2016): 127-138.

6 James Grogan et al., Estado de conservación de las poblaciones de cinco especies maderables en concesiones 

forestales de la Reserva de la Biosfera Maya, Guatemala, (Turrialba, Costa Rica: CATIE, 2016), 11.