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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 43-102
tuvieron acceso a los recursos naturales básicos, como tierra para vivir,
cultivar y áreas para cazar, pescar y hacer leña. El tributo lo hacía cada
grupo familiar y consistía en maíz, frijol, cacao, chile, miel, algodón, telas
(hechas con telar de palito), aves y pescado.
Los esclavos eran aquellos capturados en guerras floridas, los reducidos a
esta condición debido a crímenes cometidos, y aquellos que se entregaban
en tal calidad a sus señores, pues su pobreza les impedía el pago del tributo.
Los esclavos conseguidos en guerras floridas eran sacrificados durante las
fiestas principales. El trabajo de los otros estuvo ligado a tareas domésticas
y, en pocos casos, a la producción agrícola en tierras de nobles o señores.
Las disputas por territorios –y, de esta manera, por nuevos tributarios– era
una constante, por lo que cambiaban las fronteras étnicas y políticas
94
.
Se infiere que la organización social en el Posclásico fue más compleja
que la del Clásico, en términos de la participación de las mayorías. Se
incrementó la producción de códices a base de corteza de amate (Ficus
sp.), con un sistema de escritura que relata su historia y concepción de la
vida, con diferentes elementos naturales, facilitando la comprensión de sus
conocimientos agrícolas, astronómicos y medicinales, prácticas rituales y,
en general, la cosmovisión de una cultura que florecía años antes de que
fuese alterada por el proceso iniciado con la invasión de los españoles.
Los tres códices que sobrevivieron (de Dresde, de Madrid o códice Tro-
Cortesiano, y el de París o códice Peresiano) constituyen una valiosa fuente
de información primaria, junto con las inscripciones en piedras, estelas,
murales y monumentos. En ellos se revela su alta cultura, conocimiento y
valoración de la naturaleza y de sus creencias.
Examínese el siguiente relato que muestra que, durante el Posclásico, las
mayorías tenían acceso a su propia comida:
Y dicen estos viejos que, en tiempo de su gentilidad, los dichos indios vivían más
sanos y recios que en este tiempo, porque no vivían con tanta ociosidad […].
Los mantenimientos que, en aquel tiempo usaban los naturales eran maíz, ají
y frijoles, y otras legumbres de la tierra, que ellos sembraban y cogían, y de las
carnes del monte: venados, conejos, puercos monteses, tepescuintles, armadillos y
otros animales silvestres, y gallinas de la tierra [chompipes], pescado, camarones,
cangrejos e iguanas […] que es muy buena comida, y sabrosa y sana
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.
94 Silvel Elías, «Geopolítica de los territorios», 3.
95 Villacastín, «Relación de Santiago Atitlán», 107.