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nvestigación
y
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royección
Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 43-102
diferentes regiones del altiplano guatemalteco tuvieron un significativo
incremento de población, con sitios más grandes y numerosos, distribuidos
en la mayoría de regiones
81
.
Cabe analizar la visión maya-K´iche´ del descubrimiento de nuevas tierras y
la creación de un hombre nuevo:
Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa
tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas, y
abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes,
nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo
llamado de Paxil y Cayalá […] Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las
mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la
fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre
82
.
Según su cosmovisión, a partir de «mazorcas amarillas y blancas», los dioses
formaron al hombre nuevo, quien se alegró al encontrar una hermosa tierra
«llena de deleites» y de alimentos, grandes y pequeños, de todas clases.
6.2 Subsistemas naturales
Hubo ocupación humana en la mayor parte del actual territorio
guatemalteco, en el que había diversidad de ecosistemas, desde las tierras
bajas hasta las altas, con diferentes climas, fisiografía y suelos. Cerca de las
áreas pobladas abundaban los bosques maduros (algunos primarios), con
cuantiosa flora y fauna. La mayoría de la población vivía dispersa en el área
rural, con sus casas y cultivos (sementeras). Solo en los centros de poder
había concentraciones humanas.
Los sitios ceremoniales del Clásico abandonados fueron repoblados
por vegetación, primero herbácea, luego arbustiva y finalmente arbórea,
siguiendo procesos naturales de sucesión ecológica. Cuando Tikal fue
redescubierta, en 1880, en el lugar había bosques densos cubriendo
antiguos cultivos y templos (ilustraciones 13, 14, 15 y 16). Al observar los
bosques de la biósfera maya, se podría pensar que el lugar siempre estuvo
así, pero se sabe que más de la mitad estuvo deforestada y cultivada.
81 Shook y Popenoe de Hatch, «Las Tierras Altas Centrales», 314-317.
82 Recinos, trad., Popol Vuh, 159-161.