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Revista Eutopía, año 2, núm. 3, enero-junio 2017, pp. 43-102

El relato anterior muestra las razones que tuvieron para admirar la belleza 
del quetzal y denominarlo «pájaro serpiente» (ilustración 19). 

Ilustración 19. Quetzal, mostrando su majestuosidad en  San Marcos

Fuente: Javier Estrada.

Varios pasajes de libros y códices muestran el rigor que los mayas tenían en 
la observación, así como su alta cultura y conocimiento de la naturaleza. Un 
ejemplo es el relato de las cadenas alimenticias de su entorno y su relación 
con la visión propia del mundo, en el que Ixmucané envía un mensaje a 
sus nietos Junajpú e Ixbalanqué a través de un mosquito. Este es tragado 
por Tamazul, el sapo, quien también es tragado por Zaquicaz, la culebra, y 
esta por Wac, el gavilán. El gavilán llega donde estaban los héroes gemelos 
y, al emitir un sonido, uno de los muchachos lo derriba de un bodocazo 
tirado con la cerbatana. Al contarles que les llevaba un mensaje, lo curan y 
luego vomita a la culebra. Y así, sucesivamente, cada animal arroja al que 
llevaba, hasta que el mosquito comunica el mensaje

89

. Otro relato cuenta 

que Junajpú e Ixbalanqué estaban escondidos tratando de atrapar a los 
animales que causaban daño a sus cultivos. Cuando pasaron un conejo y 
un venado, se lanzaron encima de ellos, agarrándolos de las colas, las cuales 
se rompieron y les quedaron en las manos. Desde entonces, el venado y el 
conejo tienen la cola corta

90

.

89 Recinos, trad., Popol Vuh, 132-134.

90 ibid., 129-130.