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EspEranza
Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 289-299, ISSN 2518-8674
que nuestra esperanza está siendo aplastada, que el mundo que anhelamos
se está alejando todo el tiempo. Todo lo que nos rodea (la necesidad de
tener dinero para comer, la educación que recibimos, la represión policiaca)
nos invita a abandonar esa esperanza, a ponernos anteojeras en los ojos,
a taparnos los oídos y las narices, a restringir la mente al mundo que es.
Individual y colectivamente, en los jóvenes y los ancianos, la esperanza
se cansa, pone la cabeza en las manos, quiere abandonar la lucha, quiere
dormirse.
¡Despierta, esperanza, despierta!, queremos gritar. ¡Mira alrededor, ve
las luchas en el mundo entero, mira los millones de personas que de una
manera u otra están tratando de crear otro mundo, un mundo basado
en el reconocimiento de las dignidades humanas! «Sí», dice la esperanza,
«pero no es suficiente, mira lo que está pasando en el mundo, mira lo
que los zapatistas llaman “la tormenta”, la destrucción devastadora de la
crisis capitalista. No, la carrera para salvar la humanidad está perdida, me
estoy desvaneciendo». Pronto ya no va a haber nada de esperanza más
que la religión y los anuncios de televisión. Incluso decir que tenemos que
aprender la esperanza va a ser incomprensible. El lenguaje de la esperanza
se va a perder como se ha perdido el latín, como se está perdiendo el
conocimiento de los nombres de las aves.
16. ¿Qué podemos decir? Tal vez tenemos que buscar la respuesta en
nuestra propia latencia. Vivimos en la oscuridad, en las sombras. El nuestro
es el mundo que todavía no existe, que existe en el modo de ser negado.
A través de las categorías de las ciencias sociales, somos invisibles, pero
muchas veces nosotros también, nosotros que vivimos en este mundo
de esperanza, este mundo de resistencia-y-rebeldía, nosotros también
encontramos difícil vernos a nosotros mismos, tenemos problemas para
percibir nuestra propia fuerza. En muchos sentidos hemos aprendido
en los últimos años a ver luchas que antes quedaban invisibles. Muchas
de estas expansiones de nuestra capacidad de ver están relacionadas con
las luchas de las mujeres, por mucho tiempo invisibles (al menos para los
hombres), pero también el movimiento de las luchas mismo genera un
abrir de ojos más general.
17. Pero también hay otro tipo de latencia, una latencia que está inscrita