292

U

niversidad

 r

afael

 l

andívar

v

icerrectoría

 

de

 i

nvestigación

 

y

 P

royección

Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 289-299, ISSN 2518-8674 

6. ¿Cómo entonces aprendemos la esperanza? Posicionándonos 
firmemente en este mundo que todavía no existe y existe todavía no. Esto 
significa desarrollar una sensibilidad, aprender a ver y oír el empuje hacia 
otro mundo que existe por todos lados, que tiene que existir en todos 
lados, como resistencia y rebeldía contra un mundo que oprime y limita, 
que mata y destruye. La escritora india, Arundhati Roy, lo expresa de 
una manera muy bella: «otro mundo no es solamente posible, ya está en 
camino. En un día tranquilo, puedo escuchar su respirar». El primer paso 
en aprender la esperanza es escuchar la respiración del todavía no.

7. Pero es más que escuchar, es también cuestión de pensar, de poner tu 
mente de cabeza. La perspectiva de la esperanza cambia la gramática del 
pensamiento. La gramática de la esperanza es negativa. No en el sentido 
de ser una queja constante, sino todo lo contrario. Es más bien que si 
miramos el mundo actual desde la perspectiva del mundo que queremos 
crear, vemos entonces un mundo que todavía no ha llegado a casa, que 
todavía no ha llegado a ser lo que podría ser. Su positividad es falsa, su 
permanencia fingida oculta su carácter transicional. Su pretensión de 
ser absoluto es equivocado: es una forma de sociedad históricamente 
específica, una sociedad en la cual el flujo de las relaciones sociales se 
coagula en formas rigidizadas o fetichizadas que parecen estar fuera del 
tempo: formas como dinero y mercancía, y capital y Estado. La creatividad 
humana existe en esta sociedad como en cualquiera, pero existe en el modo 
de ser negada, como atributo del dinero. La sociedad es una sociedad de 
formas, de formas fetichizadas que niegan el movimiento y encarcelan la 
creatividad, un mundo de creatividades congeladas que nos dicen todo el 
tiempo que «no hay posibilidad de cambio radical, abandona tu esperanza 
estúpida».

Pensar, entonces, es pensar contra-y-más-allá de estas formas. Pensar 
positivamente (una contradicción) sería simplemente reiterar el mundo que 
nos tiene atrapados, el mundo que nos está matando. Pensar críticamente es 
pensar contra-y-más-allá de lo que es, contra-y-más-allá de la identidad, es 
seguir el movimiento de la antiidentidad. El movimiento de la antiidentidad 
es el movimiento del todavía no, de ese mundo que todavía no existe y 
por lo tanto existe todavía no, existe como negación latente, escondida. 
¿Qué es lo que Arundhati dice que puede escuchar en un día tranquilo?