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Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 289-299, ISSN 2518-8674
6. ¿Cómo entonces aprendemos la esperanza? Posicionándonos
firmemente en este mundo que todavía no existe y existe todavía no. Esto
significa desarrollar una sensibilidad, aprender a ver y oír el empuje hacia
otro mundo que existe por todos lados, que tiene que existir en todos
lados, como resistencia y rebeldía contra un mundo que oprime y limita,
que mata y destruye. La escritora india, Arundhati Roy, lo expresa de
una manera muy bella: «otro mundo no es solamente posible, ya está en
camino. En un día tranquilo, puedo escuchar su respirar». El primer paso
en aprender la esperanza es escuchar la respiración del todavía no.
7. Pero es más que escuchar, es también cuestión de pensar, de poner tu
mente de cabeza. La perspectiva de la esperanza cambia la gramática del
pensamiento. La gramática de la esperanza es negativa. No en el sentido
de ser una queja constante, sino todo lo contrario. Es más bien que si
miramos el mundo actual desde la perspectiva del mundo que queremos
crear, vemos entonces un mundo que todavía no ha llegado a casa, que
todavía no ha llegado a ser lo que podría ser. Su positividad es falsa, su
permanencia fingida oculta su carácter transicional. Su pretensión de
ser absoluto es equivocado: es una forma de sociedad históricamente
específica, una sociedad en la cual el flujo de las relaciones sociales se
coagula en formas rigidizadas o fetichizadas que parecen estar fuera del
tempo: formas como dinero y mercancía, y capital y Estado. La creatividad
humana existe en esta sociedad como en cualquiera, pero existe en el modo
de ser negada, como atributo del dinero. La sociedad es una sociedad de
formas, de formas fetichizadas que niegan el movimiento y encarcelan la
creatividad, un mundo de creatividades congeladas que nos dicen todo el
tiempo que «no hay posibilidad de cambio radical, abandona tu esperanza
estúpida».
Pensar, entonces, es pensar contra-y-más-allá de estas formas. Pensar
positivamente (una contradicción) sería simplemente reiterar el mundo que
nos tiene atrapados, el mundo que nos está matando. Pensar críticamente es
pensar contra-y-más-allá de lo que es, contra-y-más-allá de la identidad, es
seguir el movimiento de la antiidentidad. El movimiento de la antiidentidad
es el movimiento del todavía no, de ese mundo que todavía no existe y
por lo tanto existe todavía no, existe como negación latente, escondida.
¿Qué es lo que Arundhati dice que puede escuchar en un día tranquilo?