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Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 289-299, ISSN 2518-8674 

[Donald] Trump, el surgimiento de la derecha en todo el mundo, Siria, los 
refugiados ahogados en el Mediterráneo, por no mencionar las masacres 
aquí, y más, y más. Precisamente por eso: por lo loco, por lo absurdo que 
es. Loco, absurdo y necesario.

2. Es necesario simplemente por la razón sencilla y obvia que el 
capitalismo es una catástrofe. No digo que el neoliberalismo es una 
catástrofe, por supuesto que lo es pero no es cuestión de la política de 
los gobiernos, es la estructura social, el capitalismo, la forma en la cual las 
relaciones sociales están organizadas. Esta forma de organización social 
está destruyendo nuestras vidas, está destruyendo las formas de vida no 
humanas y las condiciones necesarias para la existencia humana y, si no 
cambiamos radicalmente la organización social, es muy posible o probable 
que nos lleve a la extinción. 

Es una carrera entre dos competidores (o tal vez un competidor y una 
competidora): por un lado el autoniquilamiento de la humanidad y 
por el otro, la abolición del capitalismo y la creación de una sociedad 
autodeterminante, comunizante. ¿Quién va a ganar? No lo sabemos, 
pero está claro que nosotros no somos observadores neutrales, que sí 
tenemos nuestra preferencia, que apoyamos al segundo competidor (o más 
exactamente la competidora: la comunizante), que apostamos por ella y 
que haremos todo lo que podamos para asegurar su triunfo, aún si a veces 
sentimos que no tiene ninguna posibilidad. Nuestra esperanza es que gane 
la segunda opción. Esta esperanza es la esperanza a la cual me refería hace 
un momento: es hora de aprender la esperanza.

3. Es una esperanza que se puede aprender. No es cuestión simplemente 
de esperar: «¡Oh, espero que haya una sociedad comunizante un día!» 
No, es más bien cuestión de desarrollar lo que Bloch llama una docta spes
una esperanza pensada. Una esperanza pensada que va rompiendo, no 
una esperanza que se contiene dentro de la sociedad actual, dentro de la 
sociedad de destrucción y muerte. 

Tenemos que aprender de la experiencia griega y la experiencia de los 
llamados Estados progresistas de los últimos años en América Latina. Este 
tipo de esperanza a medias, que busca, no el rompimiento absoluto con