290
U
niversidad
r
afael
l
andívar
v
icerrectoría
de
i
nvestigación
y
P
royección
Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 289-299, ISSN 2518-8674
[Donald] Trump, el surgimiento de la derecha en todo el mundo, Siria, los
refugiados ahogados en el Mediterráneo, por no mencionar las masacres
aquí, y más, y más. Precisamente por eso: por lo loco, por lo absurdo que
es. Loco, absurdo y necesario.
2. Es necesario simplemente por la razón sencilla y obvia que el
capitalismo es una catástrofe. No digo que el neoliberalismo es una
catástrofe, por supuesto que lo es pero no es cuestión de la política de
los gobiernos, es la estructura social, el capitalismo, la forma en la cual las
relaciones sociales están organizadas. Esta forma de organización social
está destruyendo nuestras vidas, está destruyendo las formas de vida no
humanas y las condiciones necesarias para la existencia humana y, si no
cambiamos radicalmente la organización social, es muy posible o probable
que nos lleve a la extinción.
Es una carrera entre dos competidores (o tal vez un competidor y una
competidora): por un lado el autoniquilamiento de la humanidad y
por el otro, la abolición del capitalismo y la creación de una sociedad
autodeterminante, comunizante. ¿Quién va a ganar? No lo sabemos,
pero está claro que nosotros no somos observadores neutrales, que sí
tenemos nuestra preferencia, que apoyamos al segundo competidor (o más
exactamente la competidora: la comunizante), que apostamos por ella y
que haremos todo lo que podamos para asegurar su triunfo, aún si a veces
sentimos que no tiene ninguna posibilidad. Nuestra esperanza es que gane
la segunda opción. Esta esperanza es la esperanza a la cual me refería hace
un momento: es hora de aprender la esperanza.
3. Es una esperanza que se puede aprender. No es cuestión simplemente
de esperar: «¡Oh, espero que haya una sociedad comunizante un día!»
No, es más bien cuestión de desarrollar lo que Bloch llama una docta spes,
una esperanza pensada. Una esperanza pensada que va rompiendo, no
una esperanza que se contiene dentro de la sociedad actual, dentro de la
sociedad de destrucción y muerte.
Tenemos que aprender de la experiencia griega y la experiencia de los
llamados Estados progresistas de los últimos años en América Latina. Este
tipo de esperanza a medias, que busca, no el rompimiento absoluto con