200
U
niversidad
r
afael
l
andívar
v
icerrectoría
de
i
nvestigación
y
P
royección
Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 181-202, ISSN 2518-8674
de Martínez Peláez de que el indio es un producto colonial se empata con la
idea de los restos inertes de una identidad comunal, en tanto aceptación de
la condena europea, de Ramírez. A su vez, poco conocimiento o interés por
la particularidad de los idiomas indígenas, los cuales considera estancados
en su desarrollo lingüístico, incompletos e imperfectos. Recordemos que, de
hecho, Ramírez confunde el idioma de los primeros guerrilleros indígenas:
no eran kaqchikeles, sino achíes y q›eqchíes.
Va de la mano dicha interpretación con una poca profundización de la
producción de autosubsistencia y de comercio en los pueblos indígenas.
Precisamente, para el año en que Ramírez escribe esta biografía, en 1967,
surge un potente esfuerzo de diversificación productiva indígena, lo que
durante la década de 1970 se reflejaría en la organización cooperativista,
de canales comerciales, de colonización de la frontera agrícola y de ligas
campesinas. Paradójico, lo que Ramírez aquí pasa por alto sería central en
las redes de articulación de la lucha revolucionaria indígena, entre 1978 y
1981, con el EGP. Como vemos, la expresión teórica de Ramírez no se
conjugó con un mayor conocimiento de los pueblos indígenas en sí, de
su organización, de sus tiempos e idiomas. Esto no solo en Ramírez, sino
en muchos alzados urbanos que pensaron la revolución en los términos
de su propio momento histórico: vanguardia, toma del Estado, socialismo
nacionalista.
La tensión conceptual también se expresaría en las relaciones que adquirió
la revolución, ya no solo guerrillera-vanguardista –de masas, como se la
teorizó entre 1974 y 1979– sino como de rebelión comunal y proletaria
indígena. Para ese momento histórico, el caudal revolucionario in statu
nascendi no llegó a ser autoconciencia de experiencia social, no solo de una
vanguardia, sino del proceso mismo que desgarraba las relaciones estatales
y de producción en la Guatemala de entonces.
La biografía de Turcios, como hemos visto, contiene las experiencias del
movimiento de la ciudad al campo, de los ladinos a los indígenas. Por
lo tanto, no es ninguna síntesis del movimiento revolucionario, sino la
expresión vanguardista de la misma, no por eso menos importante. En
tanto documento de praxis revolucionaria, guarda la tensión del encuentro
de diversos orígenes, trabajos, clases, idiomas, en pos de transformaciones