AX

U

niversidad

 r

afael

 l

andívar

v

icerrectoría

 

de

 i

nvestigación

 

y

 P

royección

Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 113-180, ISSN 2518-8674 

En la literatura sobre arquitecturas energéticas-ambientales, se ha prestado 
muy poca atención a lo que sería necesario para lograr la unidad de acción 
entre los países pioneros para aterrizar las nuevas arquitecturas deseadas. 
Creo que la formulación del proceso de la CMNUCC en términos de 
países, en lugar de naciones, es parcialmente responsable del fracaso de 
su iniciativa. A pesar de que la nación moderna fue crucial para desovar 
la ruptura metabólica entre sociedad y naturaleza, la transición mental 
hacia el concepto de países representa una abstracción aún más lejos de 
la naturaleza, que se convierte en el terreno ideal para el discurso y la 
práctica de los expertos, pero no para los pueblos. En un consorcio de 
países europeos y latinoamericanos seleccionados con naciones indígenas 
–que afortunadamente no se han bautizado como países–, un proceso 
clave estará en remodelar la idea de nación y su relación con la naturaleza. 
Aquí quiero volver a nuestro segundo debate teórico relativo al papel de 
la naturaleza. Sin una nueva comprensión de cómo la sociedad humana/
nación/naturaleza son inseparables, ninguna ingeniería social será capaz de 
rehacer el nexo urbano/agrario, que es crucial para controlar el desplome 
de la civilización occidental. El carácter transdimensional de la crisis actual 
y su complejidad solo puede enfrentarse desde una nueva cosmología, una 
nueva visión del mundo que saca «lo humano» fuera del epicentro de la 
vida en este planeta.

En el proceso de forjar una arquitectura de políticas se necesitan insumos 
cruciales de las naciones periféricas con avances en el desarrollo ecológico, 
como Costa Rica y Nicaragua, con avances en salir de la dependencia de la 
energía fósil. El trabajo del programa piloto debe ofrecer esperanza a unas 
cincuenta naciones con índices de desarrollo humano (IDH) similares 
a Costa Rica y unas ochenta naciones con IDH no aceptables como el 
de Nicaragua. De igual forma, la mayoría de naciones no gozan de las 
tecnologías avanzadas de Europa ni de las cosmologías más avanzadas de 
las naciones indígenas. Por eso, un programa piloto ha de incluir al menos 
la diversidad sugerida aquí. Estamos hablando de un pequeño grupo de 
naciones unidas para el planeta.

Los profetas del desastre consolidan el statu quo porque el discurso de 
desastre provoca la desesperación, la desesperación solo alimenta el miedo 
y desmoviliza las energías claves para encontrar soluciones creativas a la