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Revista Eutopía, año 1, núm. 2, julio-diciembre 2016, pp. 113-180, ISSN 2518-8674 

una receta para cocinar un plato, retrata a un chef con un control absoluto 
de arriba hacia abajo sobre los ingredientes y una fórmula probada con los 
procedimientos para obtener el resultado deseado. En el caso del cambio 
climático, el chef, armado con recetas, no ha sido capaz de acercarse a los 
ingredientes ni incluso entrar en la cocina. Más aún, son las corporaciones 
multinacionales de la energía y los gobiernos quienes presionan para las 
recetas, tratando de inducirnos a creer que existe algún cocinero en algún 
lugar capaz de salvar la atmósfera, el último común, con sus recetas de 
mercado. Lo que las corporaciones y naciones poderosas quieren controlar 
con sus recetas es el aumento continuo de sus ganancias o su poder entre la 
familia de las naciones. Empujar recetas es la excusa principal para rechazar 
acuerdos mutuamente vinculantes entre todas las naciones para empezar a 
mitigar el cambio climático.

La receta empresarial promovida en Kioto y Johannesburgo y readaptada 
en Copenhague y París es la creación y el control de los mercados mundiales 
del carbono, por los compromisos de las Partes en el Marco de las 
Naciones Unidas para el Control Climático (UNFCCC). La comprensión 
de las articulaciones históricas entre el ADN del capitalismo global y 
la moldura de la naturaleza y la creación de ecologías para superar sus 
contradicciones internas nos proporciona una lente para captar por qué los 
mecanismos de la UNFCCC no han podido acordar políticas para frenar 
el cambio climático. Todas las políticas climáticas son pro mercado, pro 
ruptura del metabolismo naturaleza/sociedad. En el caso de los mercados 
de carbono promovidos, la lógica subyacente ha sido la siguiente: «Si el 
mercado ha creado la crisis ecológica, el mercado debe y puede resolverlo». 
La UNFCCC ha cedido totalmente a esta lógica. Como señala Verbruggen:

La UNFCCC sustituye la orquestación de diversidad a múltiples niveles por 
enfoques de ‘una talla única para todos, desde arriba hacia abajo’, como pretende 
el mercado mundial del carbono. Se pide a las Partes [países] revisar sus actuales 
políticas de energía, sus instrumentos de política ambiental y del uso del suelo para 
obtener más eficacia en la mitigación del cambio climático y la adaptación. Esto 
implica una reestructuración significativa del PIB de los países, desencadenada 
por el gatillo cada vez mayor de los precios de carbono y los costos asociados 
de energía. Los mercados globales abstractos de carbono anunciados por los 
economistas no se corresponden con la rica diversidad de actividades y políticas